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Dice la sabiduría popular que Sant Bartomeu trae las primeras lluvias de finales de verano. Y esta vez no falló. Un enorme aguacero descargó con fuerza ayer al mediodía sobre Ferreries, trastocó el buen seguir de la fiesta. Afortunadamente, fue un episodio corto, aunque eso sí, intenso. Ya a primera hora de la mañana, el cielo encapotado presagiaba lo peor. Aún así, la Banda de Música de Ferreries anunciaba con su diana que el día grande de Sant Bartomeu había llegado. Con puntualidad inglesa, la fabiolera, la joven Eva Morlà empezó a efectuar a partir de las 10 de la mañana el replec de jinetes. Primero, le tocó el turno al caixer sobreposat, cargo que este año asume Pedro Martí, y posteriormente, uno por uno los demás cavallers se añadieron a la comitiva.

El Pla de l'Església recogió el testigo del protagonismo festivo, convirtiéndose durante toda la mañana en el centro de todas las miradas. Las tres vueltas de rigor del jaleo, en algunos instantes deslucidas por una fina llovizna, dieron paso a la entrega de las cañas verdes con las cucharitas de plata. Una última vuelta, no obstante, que los fuertes truenos ya hacían prever que la tempestad se aproximaba. Y así fue: justo en el momento de entregar el obsequio al caixer batle, Román Sintes y la capellana, Bosco Faner, empezó a diluviar. No fue para menos la que descargó: 18 litros por metro cuadrado en tan solo una hora.

El intenso aguacero de agua provocó que el caragol que recorre las principales calles del casco antiguo de la población se suspendiese. Aunque Sant Bartomeu, una vez más. obró el milagro. Una hora más tarde, el sol volvía a hacer acto de presencia y permitió que la fiesta continuase en paz. Los jinetes volvieron a reunirse para acudir hacia la iglesia de Sant Bartomeu, lugar donde celebraron la Missa de Caixers. La tarde fue mucho más reposada. Show infantil en la plaza España, seguido por la actuación de S'Albaida. Ya cerca de la medianoche, Oasis y Polaris actuaron en las pistas de baloncesto.