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Me senté junto a la puerta y pensé : "Alguna manera tiene que haber para salir de esta pesadilla".En la lavandería alguien me decía sin parar:-Cárol ven conmigo.-Sin querer se me cayó la diadema. La voz cesó. No sabía si la persona que lo decía aún estaba. Tragué saliva y dije tartamudeando:
-¿Hay alguien?
Silencio absoluto. Lo repetí
-¿Hay alguien?
-Te estaba esperando. -Me contestó con una voz ronca y más bien de hombre.
-¿Y quién eres? -Tartamudeé
-Soy tu mente.-Me dijo.
-¿Mi mente?. -Pregunté.
-Sí, te voy a decir dónde estás, si gritas te vas a introducir en otro lugar.
De golpe se vino en frente de mí. Era un hombre alto. Al mismo tiempo parecía atento y simpático. Me cogió la mano.
-Esto sólo es un…-Me dijo, no terminó la frase, porque por el cristal vi a mi madre cómo explotaba y eché un grito. El hombre desapareció. De golpe estuve en frente de la casa de mi mejor amiga, Carme. Carme estaba en la puerta. La saludé. Ella también me saludó, me acerqué hacia ella y me contó que le habían pasado cosas muy raras, entre ellas la aparición de su mente. Le dijo, lo mismo que a mí. Nos fuimos andando por la calle. Estábamos inseguras. Mientras caminábamos notaba un cosquilleo en los pies. Me desperté. Estaba en mi cama con los deberes en la mano. Vi a mi gato que se frotaba con mis pies. Me alegré mucho y abracé a mi gato, Miaus. Me pellizqué, por si estaba soñando. Ya me había despertado, ya no estaba soñando.
Si alguna vez me vuelvo a dormir en mi cama voy a dejar a Miaus cerca de mí.