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Olga Simón (Madrid, 1974) fotografía sentimientos intangibles, los hiela y los vierte sobre su obra en forma de emoción. ¿Puede algo tan sólido y gélido como el hielo sugerir sensibilidad humana? "Jardín polar", puede. Emotividad pura y cristalina en la galería Encant de Maó.

¿Cómo surge su interés por conjugar lo sólido y lo líquido?
Jardín polar está basado en la idea de "la unión de los contrarios". Mi interés se centró en expresar cómo sentimientos aparentemente opuestos pueden convivir en determinadas etapas de la vida o en un mismo marco espacio-temporal. Esto me llevó a conjugar lo sólido y lo líquido; la luz y la oscuridad; el dolor y la pasión; el mundo real y el onírico; así como a encontrar orden en el aparente caos, o a reconocer la ardiente calidez que puede existir en lo aparentemente gélido.

En el arte, ¿qué prefiere?, ¿el mundo onírico o el real?
Para mí es imposible elegir entre estas dos caras de la misma moneda. El mundo onírico se nutre de elementos reales y en numerosas ocasiones el mundo real aparenta ser un sueño. Ambos mundos –que no siento desligados– se complementan, se nutren y van de la mano irremediablemente. En el arte y en la creación me interesa la búsqueda, el proceso, la coherencia, el diálogo y sobre todo la honestidad… independientemente de que el resultado plástico de una obra sea más o menos realista.

¿Es complicado captar la emoción desde algo aparentemente tan gélido como un cubo de hielo?
En general es complicado captar, transmitir y provocar emociones. También reconocer las propias. Se trata de lograr encontrar la distancia óptima, el equilibrio, entre lo que uno siente y lo que pretende mostrar. Las imágenes de Jardín polar son paisajes que nacen de un bloque de hielo en cuyo interior reside una carta manuscrita. El trazo manual, el texto diluido, el mensaje indescifrable, la diversidad de formas, colores y temperaturas desvelan que estamos ante emociones: paisajes interiores, escenarios emocionales, como los denominó Miguel Fernández-Cid.

Respecto a las esculturas, ¿qué aporta de nuevo la tridimensionalidad?
En este trabajo la tridimensionalidad es fundamental, ya que aporta movimiento e interacción a la hora de ser mostrado y percibido. Las fotografías producidas como hielos flotantes en la pared, enseguida pidieron trascenderla, por lo que pasé al formato escultura, a modo de bloque de hielo compacto que rememoraba el objeto primitivo, podía ser rodeado, permitía establecer juegos visuales con las piezas de la pared y propiciaba la participación activa del espectador frente a la obra. Al realizar las esculturas busqué la manera de crear un bloque vivo, que contuviera emociones y en cuyo interior sucedieran cosas similares a las del bloque original: reflejos, efectos de espejo, rigidez, suavidad, movimiento…

¿Cómo logra el dinamismo en estas cápsulas de vida?
El proceso de trabajo fue una búsqueda que tuvo como referencia la vida, prestando atención al movimiento, la evolución, la regeneración… En ocasiones intervine tratando de provocar un cambio fracturando el bloque, volviéndolo congelar y en otros momentos simplemente dejé actuar a su propia naturaleza, permitiendo que todo se reconstruyera libremente, de otra manera. El resultado es que Jardín polar fluye. Está vivo.

¿Qué fue antes, el Jardín Polar de Sidonie o el suyo?
El de Sidonie es un bellísimo tema, es un grupo que admiro y con el que me siento en sintonía. Su Jardín polar nace tres años antes que el mío. Lo conocía y posiblemente estuvo en mi cabeza a la hora de titular mi trabajo, aunque no fuera consciente en aquel momento. En tal caso, ambos jardines son dos creaciones diferentes, para mí preciosas y sugerentes, con las que podemos sentir, disfrutar, soñar y deleitarnos apreciando sus particulares matices.

Sus influencias artísticas.
Muchísimas. Artistas como John Everett Millais [especialmente su Ofelia], Pintores prerrafaelitas, Miguel Ángel, Veermer, Turner, Louise Bourgeois. Artistas fotógrafos como Duane Michals, Francesca Woodman, Ellen Kooi, Anni Leppälä. Grupos musicales como Sidonie, The Beatles o Queen. Clásicos como Debussy, Chopin, Beethoven o Bach. Escritores como Juan José Millás, Carmen Martín Gaite, Oscar Wilde o John Berger. Cineastas como Woody Allen, Isabel Coixet, Tim Burton o Alejandro Amenábar. Poetas como Mario Benedetti… Me apasionan las cosas bien hechas.

Sus proyectos actuales.
Estoy inmersa en el fascinante mundo de las resinas, en pleno momento de búsqueda e investigación plástica.

¿Dónde reside el particular Jardín Polar de Olga Simón?
¿Dónde? En lo más complejo y en lo más sencillo. En lo más profundo y en mi día a día.

Jardín Polar de Olga Simón, en la galería Encant de Maó hasta el próximo día 30.
www.encant.net