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Solicitar el traslado de una línea fija, contratar un servicio de ADSL y darse de baja de la tarifa plana para iPhone en una sola semana es misión imposible. Dudo mucho que ni el mismísimo agente 007 pudiera con ello. Fue hace unos días cuando, en el cumplimiento de mi manual de quehaceres para simples mortales que acaban de mudarse de casa, me di de bruces con los inconvenientes burocráticos de la nueva era. Como muchos de ustedes ya habrán vivido en primera persona el desespero de mantener una conversación con el supuesto ordenador inteligente del 1004, les ahorraré los detalles de mi exagerada vocalización al aparato y entraré en materia.

El mismo número a 25 km
Nunca imaginé que el acceso a la cultura digital pudiera traer consigo tantos quebraderos de cabeza. Créanme si les digo que el grado de migraña del individuo del siglo XXI es directamente proporcional a la revolución tecnológica. Los más modernos consumidores culturales echaron en su día por la borda el instrumental analógico. Como la tendencia del manejo de dispositivos en la Red y en red va al alza, también decidí hacer lo propio. Aunque en mi caso conservo el gusto por el libro y los periódicos de papel de cuyos olores, tacto y manchas de tinta me confieso adicta.

Convencer a una teleoperadora de que quiero conservar mi número de teléfono pese a que me he ido a residir a 25 kilómetros de mi exportal no es tarea fácil. El resumen de los acontecimientos es sencillo: 14 llamadas al 1004, averías varias del fijo e incapacidad para navegar por internet con el nuevo y flamante router inalámbrico que, obviamente, les regalan a todos los clientes que lleven más de 10 años en la compañía. Lo cual en tiempos de crisis se traduce en un obsequio para todo hijo de vecino con tal de persuadir de que se unan al servicio cuantos más adeptos wiferos, mejor.

Y somos eso, wiferos, que no surferos, los que navegamos por un extenso mar de banda ancha repleto de conocimientos e información gratuitos donde, por mucho que nos quieran convencer, la velocidad de las olas de la fibra óptica es siempre menor a la contratada.

¿Se reconocen en el perfil?
Ésta podría parecer una mera anécdota si no fuera porque la arribada de la cultura digital nos ha complicado la existencia.

Si desde sus comienzos el sector cultural presenta un panorama poco estructurado, la cuestión no mejora sin un importante esfuerzo añadido que no requieren otros ámbitos. Su llegada calmosa a las agendas políticas, los recortes en su área durante las vacas flacas y los vacíos legales patrocinados por el uso masivo de las TICs (Tecnologías de la Información y la Comunicación) son el talón de Aquiles de nuestra indispensable y queridísima cultura.

Ley Sinde: la cena del miedo
En su papel de joven y muy futurista, la cultura digital convive no exenta de polémica. La famosa Ley Sinde espera a ser resucitada después del varapalo en el Congreso. Si sale adelante, la normativa antidescargas puede cambiar, y mucho, el panorama actual de barra libre. A voluntad del dichoso edicto, la ministra González-Sinde convocó un ágape que uno de sus asistentes (Amador Fernández-Savater) calificó como La cena del miedo. El editor, activista de los movimientos del copyleft y la cultura libre –e hijo del conocido filósofo que le dedicó el ensayo "Ética para Amador" (1991)–, colgó en su blog una vívida crónica de la reunión. Su texto crítico corrió por la Red como la pólvora al asegurar haberse sentido acorralado por importantes nombres de la cultura a favor de la Ley. El hecho ha sido una de las noticias más comentadas de la pasada semana. Les supongo informados, pero por si acaso, les dejo el enlace de la polémica: http://acuarelalibros.blogspot.com/2011/01/la-cena-del-miedo-mi-reunion-con-la.html

Y con ello, siguen los nervios, pues mañana se termina el plazo para presentar las enmiendas al texto en el Senado.

Ya hace tiempo que el conocido gestor cultural Santiago Eraso abogó por que: "El modelo de cultura prestataria y paternalista que se ha desarrollado en los primeros 30 años de democracia tiene que dar por concluido su ciclo vital para dar paso a una cultura reticular basada en el contacto directo con los ciudadanos. Debemos pasar de una percepción analógica de la cultura a otra que, desde una perspectiva educativa, asuma la potencia digital para desarrollar una red de sistemas de información, conocimiento y formación permanente". Su postura es la de muchos que, como él y Amador F-S., piden que el Gobierno sondee a los creadores antes de tomar una decisión. "Sin intermediarios" –enfatiza el editor,– sin una industria de por medio que sólo es "una máquina de hacer dinero".


Una vez conocí a un perro que no sabía que era un perro. Su dueña me contó que un buen día "Rocco" se miró al espejo y se sorprendió de su aspecto canino. Hoy el poder afronta con el mismo miedo perruno una posible wiki rebelión en masa. El miedo llama al miedo, y anula el progreso.