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Corría el otoño de 2009, no sé muy bien si octubre o noviembre, cuando recibí en mi correo el siguiente microrrelato:

Muerte de Garcilaso
El alfil se aventura a escalar la torre. Pero la torre es más fuerte. Una piedra arrojada desde arriba parte la escala y el alfil se precipita sobre el escaque blanco, que al punto se tiñe de rojo con catorce endecasílabos de sangre.
Lo firmaba Adrián San Juan Galindo y desde entonces lo tengo en mi antología elemental. Adrián y yo teníamos por entonces el reto tácito de crear ficciones breves en torno al mundo del ajedrez; ahora las tenemos recopiladas en un opúsculo llamadoJugadas maestras. Este en concreto tiene varios aspectos reseñables y a destacar, respecto al género. Empecemos.

No soy muy amigo de la definiciones estrictas por lo que tienen de encasilladoras, pero algo habrá que decir del género… Estas definiciones hacen que, por ejemplo, se pongan en distinto escalafónContinuidad de los parques, del maestro Cortázar y el extraordinarioVendo zapatos de bebé. Sin usar, de Hemingway; sin embargo, ambos son breves y narrativos, aunque el primero más extenso y el segundo, con una profunda elipsis pues, aun sin decirlo, supone un antes en la mente del escritor y del lector. El del escritor norteamericano es un "hiperbreve", término que alude a una extensión no más allá de los 150 caracteres (los que cabrían en un sms), como lo es el de San Juan. Así pues, convendremos en que el relato breve o brevísimo ha de tener narratividad, es decir, introducción, nudo y desenlace; y una síntesis literaria necesaria para elaborar lo que podría, si no la aplicáramos, llevarnos a un cuento más largo. Y, por supuesto, ha de ser eficaz a pesar de su concisión. Con esto podría bastarnos. Según los teóricos de la moderna prosa microrrelatada estos textos deben gozar también de sugerencia, una suposición implícita de lo expuesto y, según Juan Armando Epple, una acción un espacio y un tiempo bien definidos. A veces, si el relato posee un desenlace inesperado, es mucho más sabroso, pero esto, a mi parecer, es aderezo y modismo al uso.

Muerte de Garcilasonos cuenta en clave ajedrecista el final del poeta-soldado renacentista en 1536. Siendo éste capitán del ejército imperial de nuestro rey Carlos I en la campaña de Provenza, resultó descalabrado durante el asalto a la torre de Le Muy. De resultas de aquello, falleció en Niza unos días más tarde. El microrrelato de Adrián recrea la historia y lo hace con una propuesta literaria que ensalza el desenlace. También evoca que Garcilaso de la Vega fue el introductor en el castellano del endecasílabo y productor de sonetos muy logrados y lo hace con una fuerza poética muy intensa al poner parejamente lo dicho junto con la muerte representada en el color de la sangre derramada sobre el cuadro blanco del tablero.

Otro de los valores de este párrafo reside en el simbolismo que contiene hasta tres estratos. El primero, el puramente sustitutivo del campo de batalla por la partida de ajedrez, incluso mostrando la diferencia de rango entre una torre y un alfil, personificando al guerrero en liza contra el destino (he aquí el segundo plano simbólico) donde al final triunfa la Muerte. El último estrato, si seguimos elDiccionario de los Símbolosde Cirlot, apunta a que la torre es, en sí, fortaleza física, pero a su vez elevación espiritual, con lo que el intento de ascensión a sus almenas es símbolo de acceso a lo excelso mediante el arte y de acercamiento alegórico al Reino de los Cielos al que le llevarán la lucha y el heroísmo supremo.

En una segunda parte defenderé que el microrrelato representa el triunfo de la imaginación, triunfo que se ha de alcanzar con los puntuales mecanismos o procedimientos que se adecuen a lo imaginado. Pura fantasía de la brevedad como sistema compositivo. El gozo de lo efímero como ofrenda de la belleza literaria.

Continuará...