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La obra escultórica de José Mir Morlá persuade. Convence al primer golpe de vista y transmite a quien observa sensaciones que no caducan. La función de contagio se sucede principalmente por la vitalidad creativa con la que el conocido anticuario de Portal de Mar, en Maó, no tiene reparos en investigar materiales. El resultado es tan variado como interesante. "Yo soy el primer sorprendido", declara quien se considera por encima todo crítico antes que artista.

Mir Morlá recibe a Culturàlia en el piso superior de las Antigüedades Portal de Mar. La conversación rezuma el entusiasmo de quien da a conocer por vez primera al público su trayecto por los volúmenes.

La exposición, inaugurada el pasado jueves, aúna una colección de esculturas en bronce y terracota. La figura humana como hilo conductor y el dinamismo que le proporciona Mir Morlá son el atractivo de unos personajes fruto de su imaginario. "A la hora de crear no necesito modelo", remarca mientras muestra una de sus libretas repleta de bocetos. "Les llamo dibujos de avión porque cuando viajo me surge la inspiración".

Tras un extenso periodo de inactividad, el autor retoma la pintura en 2009. Sus comienzos fueron de la mano de Vives Llull y en su reencuentro con el arte, como creador, no duda en experimentar con el grabado en el Centre Internacional Xalubinia.

Ahora se siente cómodo con su etapa escultórica. Sus temas han evolucionado hacia una figura trabajada donde la tonalidad de la terracota o del bronce culminan la especialidad de su proyecto. Transforma los cánones clásicos a favor de una serie de piezas dinámicas y gestuales. Manos y, sobre todo, pies desmesurados enfatizan la fuerza de sus obra. Cabe destacar su serie de maternidades o sus majestuosos bustos.

"No renuncio de mi influencia picassiana", añade mientras descubre otra de sus nuevas experiencias: la pintura sobre metacrilato. Otro reto de quien, incansable, invierte su energía en el ensayo más experimental del arte.

Abierto al público hasta finales de mes.