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Clara Vidal Marimón (Palma, 1999) quiere ser arquitecto. Mientras esgrime sus razones, su seguridad pasma. Asombra principalmente por su edad. A sus 12 años es una persona encantadora y sensible que lo absorbe todo como una esponja. Como decía, quiere ser arquitecto pero sin renunciar en su tiempo libre a "seguir pintando como hasta ahora".

Las habilidades plásticas de Clara llaman la atención. Comenzó a pintar en casa. Tenía 6 años, y poco después acudiría a clases de dibujo en el Ateneu de Maó. Actualmente aprende a sacar el mayor partido de su capacidad técnica de la mano de la profesora Yolanda Carretero. "De Clara valoro su paciencia y autocrítica", comenta su mentora. "Si veo un fallo voy a por él, soy bastante perfeccionista", remata la alumna.

"Cuando se me cayó una muela el ratoncito Pérez me trajo un caballete. Y la verdad es que tiene mérito porque también fue él quien me trajo mis primeros pinceles"


La sala multifuncional de Es Castell acoge su primera exposición individual. El júbilo de sus padres no es para menos. "Siempre me han apoyado", dice. La joven pintora ha experimentado el carboncillo o el pastel. Ahora trabaja al óleo. Difícil, pero motivador. Sus bodegones no son nada desdeñables teniendo en cuenta su corta trayectoria. Un total de 20 obras comprenden la muestra que permanecerá abierta hasta el próximo día 30. La autora se decanta por la figuración pero comienza a despuntar en sus primeros cuadros abstractos. La reinterpretación de maestros como Monet, Mondrian o Modigliani tampoco se le resisten. "Cuando pinto me relajo y me olvido de todo lo demás", cuenta. Constante y aplicada, no pierde la oportunidad de visitar museos cuando viaja. Le interesa el arte y su análisis en su vasta inmensidad. Materiales para ello no le faltan. "Cuando se me cayó una muela el ratoncito Pérez me trajo un caballete. Y la verdad es que tiene mérito porque también fue él quien me trajo mis primeros pinceles".