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Me enhebras la aguja, hijo. -Sí, mamá– le contestaba en tanto escuchaba la radio. Acababa de comer mi pan con aceite y mi ración de chocolate. Los dos repetíamos religiosamente el ritual, mientras una emisora desgranabaLas–imposibles-aventuras de Peter Grey. Y así desde el lunes al viernes durante todo el año.Matilde Perico y Periquínnos habían desvelado las trifulcas de la familia cristiana por antonomasia, delicias de la frecuencia corta y corriente continua de España. Tantos y tantos nombres: Matilde Conesa, Matilde Vilariño, Pedro Pablo Ayuso y Juana Ginzo. Después ayudaba a desovillar con mi madre la lana, en esa postura formal de los brazos extendidos, sinuoso gesto que acompañaban la sintonía en el aire:Sinfonía del nuevo mundoque arraigó para siempre en el alma. Ustedes son formidables – decía la consagrada voz Alberto Oliveras.

Acababa de comer mi pan con aceite
y mi ración de chocolate. Repetíamos religiosamente
el ritual, mientras una emisora desgranaba
Las –imposibles– aventuras de Peter Grey

¿Te tomas la leche, Eduardito? Y yo obedecía con un punto de desgana –en la radio sonaba la canción del Cola Cao o quizá de Gallina Blanca-, luego sacaba mi cuaderno de aritmética o mi Historia Sagrada…Operación Plus Ultramostraba las heroicidades anónimas de niños gigantes. Humildad en las ondas, valores humanos que quedaron en el subconsciente. El consultorio de Elena Francis ponía un paréntesis mientras daba vueltas en mi cabeza la tabla del siete. El brasero, el invierno, las castañas… ¡Cuántas cosas se quedaron en aquellas tardes de radio! Eran ya las nueve, se escuchaba un serial. Guillermo Sautier Casaseca firmaba el relato… del África tropical.