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Que hay aeropuertos sin aviones lo sabemos todos. Los más pequeños languidecen con pistas donde en ocasiones son más numerosos los controladores que los viajeros. Es el triunfo de la Edad Moderna. Infraestructuras millonarias atestadas de vacío. No es la era de la que hablaba Lipovetsky pues la conmoción del individuo por el consumo masificado ya hace mucho tiempo que pasó a segundo plano.

El colmo del politiqueo
Hoy simplemente pagamos los platos rotos. Un cementerio de vivos, un entuerto engorroso. La proliferación de edificios proyectados sin tener en cuenta la economía real es el colmo del politiqueo barato por mera cuestión de imagen. Es aquello de a ver quién la tiene más grande. Comportamientos de nuevo rico en un país donde la economía la marca el vaivén de una montaña rusa.

Hemos visto, como decía, aeropuertos sin aviones, y otros donde, pese a haberlos, se obliga a los pasajeros a costear el combustible de la aerolínea para llegar a destino. Un sinfín de esperpénticas situaciones con bibliotecas sin libros o plantas enteras de hospitales cerradas a cal y canto por el tijeretazo sanitario.

Las mismas tijeras que antes cortaban flamantes cintas rojas en cada inauguración son las mismas que hoy guillotinan la Cultura.

Hubo quien en tiempo de vacas gordas ya advirtió aquello de: "Ojo que se les van a quedar los museos vacíos". Ahora, en el momento de vacas flacas, lo que restan son fastuosas construcciones de corte minimalista sin más obra en su interior que la oquedad. El placer del museo por el museo. Quién sabe si una corriente artística de las que harán historia.

Decía Lipovetsky que "Narciso es el símbolo de nuestro tiempo, se ha convertido en uno de los temas centrales de la Cultura". Así, el narcisismo aparece como "un nuevo estadio del individuo, en el cual el se relaciona con él mismo y su cuerpo, hedonista y permisivo desprovisto de los últimos valores sociales y morales que coexistían". Son pues esos aeropuertos y centros de arte desiertos el espejo de la vanidad humana. El vil retrato que nos merecemos.