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Puse la palabrahuevoentre algodones, al abrigo del mal tiempo. Le cayeron durante aquel otoño algunos tibios rayos de sol sobre su curvatura calcárea hasta penetrar la superficie y llegar al centro; a las tres semanas se resquebrajó el huevo y no me quedó más que sujetar tiernamente el sustantivocachorrilloy colocarlo entre los cascotes. Creció y creció desarrollando sus alitas y formando fuertes miembros exigiendo para sí la ideación de un verbo y la utilización precisa de su persona y de su tiempo:vuela. Levantó la mirada, comenzó un tímido revoloteo y hoy día se pasea por mi habitación y me observa con detenimiento. No sé si es un animal, un ser que navega por mi pensamiento, un dragón alado, quizá, o solamente un concepto, parte orgánica o escultura imaginaria, y que él me sueña a mí como yo le sueño... Él dice que es un ángel, pero tengo mis dudas al respecto y hacia ese sustantivo que no sé si es el correcto, pues noto por las mañanas cierta debilidad y un poco de impotencia. No sé, no sé si fue una buena idea lo del huevo... A veces sueño que mientras duermo viene hasta mí y me mordisquea y que cuando esta saciado alza el vuelo. Ahora tiene bastante autonomía: él solito se inventa palabras nuevas comorapiñaomiedo, y, entre bocado y bocado, me llama Prometeo.