Margarita Mercadal de Sintas posa con la obra, un recuerdo familiar de valor sentimental. | Gemma Andreu

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En la casa familiar de Margarita Mercadal de Sintas había un cuadro colgado que, cuando ella y sus hermanos eran pequeños, despertaba el temor infantil por el personaje grotesco que representaba. El misterioso óleo se guardó y no volvió a ver la luz hasta el 2007, cuando Margarita Mercadal y su marido, Juan Mallo, se trasladaron a vivir a la casa familiar y repararon en el lienzo.

El cuadro les llamó la atención por su aspecto antiguo, y Juan Mallo recordó haber visto la misma imagen en el Museo del Prado, en una de sus frecuentes visitas de estudiante en Madrid: era el retrato idéntico de «El bufón Calabacillas», de Velázquez.

La similitud entre ambos cuadros les llevó a contactar con un anticuario que certificó su calidad artística y antigüedad.

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