Real (segundo por la izquierda), en la presentación. | Josep Bagur Gomila

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Uno se puede jubilar como profesional «pero la pasión permanece». Así explica, a sus 72 años, Lluís Real su relación con el mundo de la fotografía. Atrás queda el negocio, ahora es el turno del trabajo sin ánimo de lucro, el más personal. Así es como el artista se ha embarcado en estos últimos años en un proyecto que consiste en editar diferentes volúmenes que reflejen la esencia de su entorno y la ciudad en la que vive. Camino que le ha llevado a presentar su libro dedicado a uno de los locales más emblemáticos de Maó, el Bar Infanta, abordado desde la perspectiva de la relación con las fiestas de Maó.

Se trata del segundo título del proyecto, que llega pocos meses después de la edición de «Passió», la particular mirada del fotógrafo a la Semana Santa de su ciudad. La primera pieza de una iniciativa que funciona un poco como el efecto dominó. Como no busca el beneficio económico, cuando recupera la inversión con las ventas de un libro, de forma inmediata la destina a su siguiente proyecto.

La edición de este nuevo volumen tenía sentido en el marco de la celebración de los diez años del grupo de animadores de las fiestas de Gràcia Va Gros, estrechamente ligado al Infanta. La pandemia ha empañado la efeméride, por lo que las cerca de 120 fotografías que aparecen en el libro son todo un regalo.

Confiesa Real, que acostumbra a estar fuera de la ciudad en fiestas, que desconocía lo que en ese bar se cocía hasta que llegó guiado por un amigo. «Lo que vi me emocionó, especialmente el sentimiento que se respiraba», explica el fotógrafo, que en 2018 hizo una intensa sesión de fotos, para realizar en 2019 unas visitas más a los encuentros que los miembros de Va Gros celebran allí una vez al mes en invierno. El paréntesis obligado por la covid le proporcionó recientemente el tiempo necesario para procesar todo el trabajo que tenía entre manos.

El resultado es una cuidada edición que sobrepasa ligeramente el centenar de páginas con una tirada limitada, 35 ejemplares con tapa dura y otros tantos normal. Una obra en la que ha apostado por el blanco y negro, opción que a su juicio se ajusta más al toque de «fotografía social» que tiene el proyecto, que define como «un homenaje al bar y a la gente que lo frecuenta».

Se explica en la introducción del libro que el Infanta está situado «en un entorno que ha quedado, con el tiempo, huérfano de espacios comunes y de establecimientos que cohesionan». En ese sentido, concluye Real que el bar «es como un bastión para la gente del barrio, es algo emotivo, con mucho sentimiento».

Con el segundo título la colección recién salido de la imprenta, el fotógrafo ya ha puesto el objetivo de su cámara en el tercero: la arquitectura.