Un grupo de arqueólogos del proyecto excavando el pasado jueves en la zona de la puerta en codo.  | Josep Bagur

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Tras el parón en los trabajos de campo en 2020 como consecuencia de la pandemia, este verano ha vuelto la actividad de investigación arqueológica a Son Catlar, en Ciutadella. La sexta campaña (la primera del segundo quinquenio) de un proyecto modular que sigue arrojando luz a una época poca estudiada hasta la fecha en la Isla, el mundo fenicio y púnico.

El yacimiento, el más extenso de Menorca, funciona como una ventana al pasado que cada año que pasa ofrece interesante información. Si en 2019 el gran avance fue el descubrimiento de una puerta en codo, un sistema de defensa típicamente púnico para protegerse de los romanos, el adentramiento en esa línea está proporcionando este verano interesante información. En palabras de uno de los responsables del equipo de trabajo, Fernando Prados, de la Universidad de Alicante, los hallazgos están siendo    «espectaculares».

Un estudio más profundo en la citada puerta y la excavación de una calle que parte de ella ha permitido encontrar enterrados    justo por encima del nivel de esa vía una gran cantidad de objetos típicos que portaban los militares romanos: armas, cuchillos, puntas de flecha, puntas de lanza, proyectiles, herramientas quirúrgicas, una espátula de bronce... Solo una parte de lo que se espera que siga aflorando hasta el próximo miércoles, día en que se cierra la campaña.

No es extraño encontrar este tipo de material, pero sí lo es más que se encuentre en tan buen estado argumenta Prados, quien maneja una teoría del porqué. «Los soldados romanos eran muy supersticiosos, y en su época el mundo de las puertas estaba cargado de magia. Para un romano sellar una puerta», como hicieron en el caso de Son Catlar, «tenía unas connotaciones malignas» y para combatir esa creencia decidieron con el propósito de    ahuyentar cualquier tipo de problema «un acto intencionado, con mucho orden, como algo mágico para luchar contra los espíritus».El arqueólogo se refiere a la colocación de todos esos objetos personales enterrados bajo los escombros.

Según las estimaciones realizadas por el equipo de investigación, del que también forman parte miembros del las universidades de    Granada y Cádiz, además del Museu de Ciutadella, el sellado de esa puerta y el enterramiento del material se produjo entre los años 100 y 80 antes de Cristo, época que coincide con la conquista romana de Balears.

Para Prados Son Catlar es una fuente de gran valor porque tiene un punto a favor clave, la conservación de todo el perímetro de su muralla. Un elemento que «da mucho juego para estudiar la arqueología del conflicto y de la guerra». Una gran fuente de información que cada verano depara nuevas sorpresas.