La OCIM en el Principal este viernes | Gemma Andreu

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Ya ha pasado otro año más amantes de la música, otro año en el que hemos experimentado vivencias que ya forman parte de nuestra experiencia vital, de nuestro bagaje personal; buenas o no tanto, al fin y al cabo, son las que nos hacen crecer y transformarnos. Como bien sabéis, este ha sido también un año de cambios dentro de la presidencia de JJMM de Maó. Julia Pascual es ahora la cara visible de
un grupo de melómanos que continúan con la misión de dotar a nuestra ciudad de un festival de calidad que tejerá a través de experiencias musicales las noches de este verano 2022 que tenemos por delante.

El día 8 de julio se dio el pistoletazo de salida, el cual no pudo ser más apetecible. La OCIM y el teatro principal de Maó se unieron para ofrecer una velada en la cual el genio de Beethoven llenó de magia cada rincón del teatro. La verdad es que como músico profesional, soy capaz de empatizar con las sensaciones que los protagonistas tuvieron que sentir, ya que, tras estos años tan extraños que nos ha tocado vivir, en los cuales las restricciones nos han coartado tantas emociones, pudimos otra vez disfrutar de obras de gran formato, de las sinergias que se crean cuando la música es compartida y exteriorizada por un gran grupo.

Francesc Prat, que ya lleva 7 años de idilio con la orquesta de referencia de nuestra isla, fue el responsable de regular con exquisitez la fuerza interna del programa que se presentó el pasado viernes. El concierto comenzó con la obertura de Le nozze di Figaro de Mozart, la cual se hizo realmente corta. La interpretación fue grácil y ligera por un lado y llena de vigor y contrastes por otro. Las pulcras articulaciones hicieron que la orquesta luciera y sonara con elegancia y sencillez (cuando Mozart parece sencillo es que hay algo que se está haciendo muy bien). Tras este brillante comienzo, la velada continuó con el Concierto para Trompa n° 2 en Mi bemol mayor, también creación del genio de Salzburgo, donde el trompista Damián Tarín lució a través de un sonido lleno y una gestión de matices y articulaciones que llevó en volandas al resto de la orquesta, la cual, volvió a sonar como un reloj suizo. Un agradecimiento especial y personal a Tarín por formar parte activa del panorama musical menorquín, Menorca Brass es el retoño.

Tras estas dos gotas de magistral belleza, llegó el momento álgido del programa. La 5ª Sinfonía de Beethoven, una de las piezas orquestales con más pedigrí, una joya atemporal que llena de energía cualquier ambiente, cualquier situación, si de por sí la obra en sí misma ya genera estos inputs, la OCIM consiguió llevarnos aún más lejos, aún más profundo. La orquesta respondió milimétricamente a las precisas indicaciones de Francesc; desde el primer asiento del tercer palco del segundo piso en el que pude disfrutar emocionado de la puesta en escena, la complicidad entre los músicos quedaba plasmada perfectamente. A veces parecían un banco de peces moviéndose con vigor para huir de una presa, otras una locomotora decidida, otras una bandada de pájaros cantando a la naturaleza y otras un vendaval que cae de imprevisto sin ninguna consideración, pero todas ellas, como grupo, como una piña, como músicos bien avenidos. Cada vez me gusta más la música en directo y, si tiene esta calidad, pues más aún. La música es aliento de vida, es respiración, es energía en estado puro.

La próxima cita será el próximo miércoles 13 de julio en el Claustre del Museu de Menorca a las 21 horas. Nexus Piano Dúo. Música para piano a cuatro manos es la interesante propuesta, el repertorio, el 33% del éxito del concierto. Tiene muy buena pinta. Disfrutad todo lo que podáis de la música en directo.