El tatuador y artista plástico Guillermo Carballo y el realizador audiovisual Juan Carlos García-Sampedro

TW
0

Una exposición que se viste de expresión plural en la que conviven el collage, el videoarte, la pintura y el tatuaje. Eso es «Lo siento», una muestra donde coexisten las propuestas de Juan Carlos García-Sampedro, realizador audiovisual; y Guillermo Carballo, tatuador y artista plástico. Dos autores que, para más señas, son familia, tío y sobrino, y que es la primera vez que se embarcan en un proyecto de forma conjunta.

El resultado se puede contemplar hasta el 3 de octubre en la sala Espai Sant Josep de Ciutadella. Una colaboración que ambos definen como «una aventura lúdica de collages gráficos y audiovisuales a partir de recortes, objetos encontrados, abstracciones y filmaciones de lugares abandonados de la Isla de Menorca». Una tierra de la que no son oriundos pero a la que, también por lazos familiares, se sienten profundamente ligados desde hace años.

Dos perfiles artísticos diferentes pero con lugares comunes. «Cada uno presenta una cosa, pero de alguna manera los dos trabajamos el collage: él en un cuadro y yo en una pantalla», argumenta García-Sampedro, quien sostiene que en el fondo trabajan con un mismo objetivo: «Reunir imágenes y darle un sentido».

El realizador, nacido en León pero residente desde hace 40 años en Madrid, ciudad a la que se mudó para estudiar cine, ha trabajado en prácticamente todas las ramas del audiovisual. Reconoce que dentro del mundo del vídeo puede haber tendencias más figurativas o expositivas, pero él siempre intenta abordar los temas desde un visión más concreta. «Hablo del ser humano, de los problemas de la persona como individuo y también como sociedad», resume.

Por su parte, Carballo define la muestra «como un poco onírica; cada cual le puede buscar un significado a lo que hemos hecho», asegura. En su caso hay que hablar también de la inclusión dentro del discurso expositivo de «Génesis», un proyecto colaborativo con el pintor Emilio Cerezo de tatuajes a gran escala. Durante el confinamiento, ambos se intercambiaron dibujos por correspondencia que fueron modificando. La versión final sirvió para diseñar un tatuaje que se plasmó en siete personas, un proceso recogido también en un vídeo que se puede ver en la muestra.

Cuando se pregunta a los artistas por el porqué del título de la exposición, responden que les sedujo los diferentes significados a los que alude. Por un lado, el hecho de pedir perdón; por otro, el del más puro sentimiento. «Esa polisemia nos pareció interesante», afirman.