Luis Laplace ha liderado también proyectos como el Chillida Leku, en San Sebastián, o la Hauser & Wirth Somerset, en el Reino Unido | Nicolás Wagner

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El arquitecto Luis Laplace, responsable del complejo de la galería Hauser & Wirth Menorca, reconocida como Mejor Destino de Arte 2022 por Wallpaper, interviene este jueves en la Biblioteca de Maó (19 horas) con una charla basada en su relación entre arquitectura y arte. Lo hace desde su experiencia liderando proyectos como el Chillida Leku, en San Sebastián, o la Hauser & Wirth Somerset, en el Reino Unido. El prestigio y experiencia de Luis Laplace, nacido en Buenos Aires y afincado en París, donde dirige estudio junto a Christophe Comoy, ha pasado por Nueva York y el movimiento Selldorf, basado en el pragmatismo. Pero el sello Laplace se distingue también con una arquitectura que pasa desapercibida, dando valor a los elementos genuinos del edificio que reforma. No en vano ha sido llamado el arquitecto silencioso. También en alusión a su trabajo en la Illa del Rei, donde, tras un estudio minucioso de la historia y el respeto por elementos arquitectónicos ancestrales de Menorca, dibuja edificios de formas ligeras y materiales puros, con el protagonismo del mar y la cultura mediterránea que los bordea.

¿Era importante en la Illa del Rey un diseño invisible?

—Cuando me llaman el arquitecto invisible, no sé si es bueno o malo (se ríe). Pero es verdad que siempre trato de respetar la arquitectura existente, tomando como punto de partida el ADN original. Y en el caso de la Illa del Rei, tenía mucho carácter, con unas características muy particulares y de elementos navales. Era importante poner en valor aquello que casi estaba desaparecido y trabajar en este lenguaje.

Implicaba también adaptarlo a otro uso.

—En mi intervención hablaré de los pasos de reformas que han implicado un cambio de uso de los edificios, la mayoría de las veces, para convertirse en lugares que muestran arte contemporáneo. Es el caso de la construcción en la Illa del Rei y también de la Hauser & Wirth Somerset, en un emplazamiento que era una granja de época, en el sur de Inglaterra, e implicaba igualmente el respeto por el edificio. Es algo que me importa mucho, este respeto por la arquitectura vernácula.

¿Cómo ve la arquitectura menorquina?

—Considero que la arquitectura genuina de Menorca no tiene todavía el amor que se merece. La mediterránea, y en concreto, la menorquina, tiene mucha personalidad y un gesto muy bonito, y como extranjero, la veo extremadamente romántica. Una mezcla entre ingenua, sencilla, y al mismo tiempo, con carácter. Es una lástima que muchos edificios no puedan restaurarse, buscando otros usos. Es un ‘crimen’ dejar que desaparezcan porque son parte de la cultura de la Isla.

¿Hablará del vínculo entre arquitectura y cultura?

—Ningún elemento, ni la gastronomía, ni el arte, ni la arquitectura se pueden desvincular de la cultura de un lugar. Menorca tiene muchos valores culturales paralelos al arte, que se ven reflejados también en su arquitectura, que es magnífica. Ojalá que en algún momento se puedan recuperar edificios, como los agrícolas, que están cayendo. Porque estos edificios contienen mucha información cultural.

¿Qué elementos le llaman la atención?

—Los edificios en los que se ven muchísimas capas de cal. O cómo se van colocando piedras de distintas formas. O los cambios que se producen incluso entre poblaciones de la misma isla, tan pequeña; por ejemplo, la piedra oscura de Ferreries.

Es una arquitectura en la que todo tiene una razón de ser, pragmática, que surge de forma espontánea. Sus gestos son muy particulares y hay que conservarlos.

¿Qué se ha llevado de la Isla a otros proyectos?

—Quizás, la sencillez de sus gestos, como las tejas colocadas en el tejado con la función de recoger el agua de la lluvia. Si no esto en concreto, el concepto de base que lo sustenta. La arquitectura de Menorca, sin pretensiones, es un valor a proteger.

Es curioso que venga de fuera para recordarlo.

—El menorquín ama su tierra, y esto se nota desde que uno llega. Esta sensibilidad es la que convendría trasladar a la preservación de su arquitectura. Por otro lado, recuperar un edificio antiguo, con toda su historia, es muy equivalente a reciclar; recuperando puertas y ventanas o suelos antiguos. Tienen un alto valor estético pero también está relacionado con la sostenibilidad. A veces no es necesario hacer cosas nuevas ni cierres de PVC.