Un análisis químico de cabellos humanos, que se muestran aquí enredados con trozos de huesos de animales después de sacarlos de un contenedor de madera encontrado en la cueva, reveló la presencia de sustancias vegetales alucinantes. | Scientific Reports

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La Cova des Càrritx de Menorca sigue proporcionando hallazgos sorprendentes. El último: la primera evidencia directa del uso de drogas en Europa, gracias a un mechón de cabello humano de hace casi 3.000 años. Los investigadores detectaron atropina, escopolamina y efedrina en el mechón, sustancias alucinógenas que se originan en plantas y que podrían haber sido utilizadas en ceremonias rituales.

Para darse cuenta de la importancia de este descubrimiento, hasta ahora en Europa había indicios indirectos como la detección de alcaloides del opio en recipientes o restos de plantas narcóticas en contextos rituales. La evidencia directa más antigua en el mundo es de unos 3.000 años en Chile.

Ahora, un estudio, encabezado por Elisa Guerra de la Universidad de Valladolid y que publica este jueves Scientific Reports, apunta que esas drogas podrían haberse utilizado como parte de ceremonias rituales en Menorca. La investigación plantea la evidencia directa más antigua de consumo de drogas en Europa, en la Edad de Bronce tardía, explica a EFE una de las firmantes del estudio, Cristina Rihuete, de la Universitat Autònoma de Barcelona.

El mechón de cabello fue encontrado Es Càrritx como parte de un ritual funerario en una época en la que la sociedad de la Edad de Bronce estaba cambiando.

Arriba, a la izquierda, la entrada de Es Càrritx. A la derecha, el depósito de la cámara 5 con los tubos que contienen el cabello humano colocados en el centro. Abajo, plano de la cueva y sección del yacimiento encontrado en la cámara 5 | Scientific Reports

El cabello fue escondido en un pequeño recipiente de madera junto con otros objetos, como peines y vasijas, y fue sellado en una zona recóndita de la cueva, lo que ayudó a su conservación.

El estudio usó solo un mechón de los disponibles, algunos de hasta 13 centímetros. Encontrar pelo conservado de esa época en el Mediterráneo occidental es «absolutamente extraordinario», destaca. El cabello fue analizado mediante cromatografía líquida de ultra alta resolución y espectroscopia de masas, lo que permitió detectar la presencia de atropina, escopolamina y efedrina. Estas sustancias se fijan en el cabello y su presencia indica que fueron consumidas durante al menos un año. Además, los investigadores sugieren que estas sustancias podrían haber sido utilizadas como parte de ceremonias rituales.

La atropina y la escopolamina se encuentran de forma natural en la familia de las solanáceas y pueden provocar delirios y alucinaciones; la efedrina es un estimulante derivado de ciertas especies de arbustos y pinos. El equipo no cree que estas sustancias se usaran para aliviar el dolor, aunque «hay una línea muy fina sobre hasta qué punto algo es para uso medicinal, mágico o adivinatorio», destaca Rihuete. La presencia de escopolamina y atropina juntas son sustancias que inducen sedación, pero su manipulación es muy arriesgada, debido a su alta toxicidad, lo que lleva, indica Rihuete, a pensar más en el consumo de alucinógenos que en fines terapéuticos.

Recipiente trilobulado de la Cámara 5 que alberga las hebras de cabello analizadas (dibujo de R. Álvarez; foto P. Witte).
Recipiente de la cámara 5 que alberga los trozos de cabello analizados | Dibujo: R. Álvarez. Foto: P. Witte

Descubierta en 1995, la Cova des Càrritx albergó una cámara usada como espacio funerario en la que se encontraron pequeños recipientes cilíndricos de madera con cabellos datados hace unos 2.900 años. Investigaciones previas sugieren que se enterraron a unos 210 individuos, pero solo algunos fueron sometidos a la práctica de teñir de rojo los cabellos, peinarlos y cortar mechones para ponerlos en tubos cilíndricos de madera con tapa.

El cabello encontrado en la cueva de Es Càrritx es un hallazgo excepcional, ya que es extremadamente raro encontrar cabello conservado de esa época en el Mediterráneo occidental. Además, el mechón de cabello utilizado en el estudio era uno de varios disponibles, algunos de hasta 13 centímetros.

Crear un escondite para dejar artículos relacionados con aquel ritual funerario pudo ser una forma de preservar las antiguas tradiciones ante los cambios culturales que se dieron hace unos 2.800 años.

En aquella época, dice Rihuete, había un mundo que se acababa, se pararon los enterramientos en la cueva y «cesa el énfasis en los cementerios y los rituales de siglos para dar más importancia a la vida civil. Es un cambio brutal de la muerte a la vida».