Leonardo Padura, en el Pati des Mercat des Castell, este viernes | Gemma Andreu

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«Los grandes novelistas son los que mejor manipulan», afirmó el periodista, guionista y escritor cubano Leonardo Padura (La Habana, 1955), en la Plaça del Mercat de Es Castell, ante un auditorio de unas doscientas personas. El Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2015 aseguró que para escribir una buena novela «hay que atrapar el lector en la red que le tendemos».

Invitado por Talleres Islados y la Xarxa de Biblioteques de Menorca a hablar de «cómo se escribe una novela» explicó que el pasado mes de febrero había coincidido con Mario Vargas Llosa, en el festival Escribidores en Málaga. Ante la sorpresa del Premio Nobel le espetó: «Eres un gran manipulador». Y lo justificó así: «Cuando leí tu novela ‘La guerra del fin del mundo’ sabía que los rebeldes de Canudo no habían ganado la batalla, pero a medida que pasaban las páginas me hacías creer que era posible que ganaran. Es un ejemplo de qué cosa tiene que hacer el escritor con el material que trabaja, cómo inducir al lector y cómo conducirlo. He leído cinco veces ‘La guerra del fin del mundo’ y en las cinco ocasiones creía que los rebeldes podían ganar».

Tras una estancia de dos semanas en Menorca junto a su mujer la guionista y periodista Lucía López Coll, invitados por Mariona Fernández, la directora del taller literario, Padura dijo que la Isla le había encantado y le había hecho sentir muy relajado: «Aquí a veces tengo la sensación de no saber dónde estoy», afirmó. Su único reparo, la temperatura del mar, más fría que la de sus Antillas, por lo que señaló que echaba en falta un calentador porque solo se había podido bañar hasta las rodillas.

Unas 200 personas siguieron la charla | Gemma Andreu

El autor de obras como «Herejes» o «El hombre que amaba los perros» habló de su obra y dijo que escribió su primer libro «Fiebre de caballos», inspirado por la lectura de «Desayuno en Tiffanys», de Truman Capote. Después de este primer intento se pasó seis años escribiendo reportajes para el único diario cubano que salía los domingos. El periodismo fue su gran escuela para mejorar su escritura y conocimiento sobre Cuba. Con este bagaje volvió a escribir narrativa y creó el personaje del melancólico policía Mario Conde, con el que se ha convertido en un popular autor de novela negra.

De entre las catorce novelas que ha publicado, destacó que su favorita es «La novela de mi vida», una trama histórica detectivesca en la que uno de sus personajes es el poeta cubano José María Heredia, nacido en 1803, que tuvo que exiliarse a México. Como buen romántico falleció de tuberculosis, cuando solo tenía 35 años.

En su conferencia en Es Castell, detalló al público algunas cuestiones técnicas necesarias al plantearse la escritura de una novela para al final apuntar que lo más importante es ponerse a trabajar. «Nunca sabremos si podremos escribir una novela o no, si no lo intentamos», afirmó. Sobre este respecto, expuso los rasgos de sus rutinas diarias y disciplinas creativas y confesó también el vacío y desorientación que llega a sentir al término de cada una de sus producciones hasta que irrumpe un nuevo proyecto.

Habló de la experiencia vital como materia para escribir y dijo que en su caso no era mucha. «Vivo en la misma casa donde nací. Voy a cumplir 68 años y siempre he estado con Lucía, mi mujer, desde 1978. Como ven es una vida lineal y no tengo una gran experiencia, pero sí capacidad de observación».

A una pregunta del público sobre si la inteligencia artificial iba a quitar trabajo a los novelistas, respondió: «No sé qué va a pasar. Si lo consigue estaremos muy jodidos. Los novelistas pretendemos entrar en las interioridades del alma humana. Espero que esas interioridades solo las pueda conocer el alma humana, no las máquinas».