Wainwright, en una foto promocional de la gira en que se encuentra embarcado.

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Justo dentro de un mes, el 27 de julio, tendrá lugar en Torre Saura el que sin duda es uno de los eventos estrella de la agenda cultural estival, el concierto que ofrecerá Rufus Wainwright, una de las apuestas más ambiciosas del festival Pedra Viva en sus doce años de historia. El norteamericano llega con nuevo disco bajo el brazo, «Folkocrazy», y  muy buenas críticas.

Lo del folk es una cosa que viene de familia en los Wainwright. ¿Hasta donde profundizan sus raíces en ese género?

—Tanto mi madre, Kate McGarrigle, como mi padre, Loudon Wainwright, se ganaban la vida como músicos folk. Ella actuaba con su hermana Anna, pero también su padre Frank y Gaby cantaban, aunque no profesionalmente. Cantar música folk siempre ha sido algo de familia, desde los abuelos y los tíos hasta nosotros. Mi primera cuna fue una funda de guitarra al lado del escenario. De niño iba con mis padres a festivales de folk y de vez en cuando me veían luminarias de la escena musical como Peggy Seeger o Paul Brady.

¿De dónde nace la idea de grabar un disco como «Folkocrazy»?

—Hay varias formas de responder a esta pregunta. Mi discográfica quería que hiciera un disco de versiones. Además, este año cumplo 50 años y, de alguna manera, es el momento de reflexionar sobre la primera mitad del siglo, y para mí eso significaba ir directamente a mis raíces folk. Mi música habitual se inspira mucho más en la ópera y Broadway que en el folk. Hay algo de eso, pero para mí la escena folk era bastante heterosexual y tuve que encontrar mi identidad en otra parte. Pero a los 50 es el momento de reexaminar tu pasado y tengo que decir que mirar todas estas canciones ha sido un ejercicio maravilloso. Me encantan las dimensiones políticas de la música folk, el hecho de que tenga mucho que ver con la comunidad y con reunirse para crear música juntos, pero también para discutir. La música pop es diferente, crea una especie de fiesta masiva, mientras que la música folk quiere que seas un individuo crítico y pensante. Y eso es lo que necesitamos hoy en día.

¿Se puede entender también como una fiesta de celebración para la que ha buscado algunos invitados?

—A menudo he dicho que el álbum es una especie de regalo de 50 cumpleaños para mí mismo e invité a mis cantantes favoritos a que me acompañaran en la fiesta. Por suerte, algunas personas realmente maravillosas dijeron que sí y se presentaron. Hay muchos más a los que admiro y adoro, por supuesto. Pero estoy muy orgulloso de que la mezcla sea bastante ecléctica.

Ha grabado de nuevo uno de sus grandes himnos, «Going to a town», y recuperado clásicos como «Harvest» de Neil Young. ¿Cómo fue el proceso de elección de los temas? ¿Fue complicado escoger solo 15?

—En realidad fue mi productor Mitchell Froom quien hizo la selección final. Al principio elegí unas 40 canciones y él decidió cuáles debíamos hacer. Solo le pedí que hiciéramos una de mis canciones e inmediatamente sugirió «Going to a Town» porque le pareció que sería una canción que la gente seguiría cantando dentro de 50 años y que tiene características folk. Entra dentro de la categoría de canción protesta en el folk. Fue maravilloso cantarla con Anohni, amigo desde hace décadas y activista transgénero y Lgbtq+.

Una propuesta de lo más variada...

—Algunos han calificado la selección de ecléctica, pero yo creo que tiene una gran coherencia interna. Por ejemplo, el álbum se abre y se cierra con una canción escocesa: la primera, «Alone», de Ewan McColl, trata de estar solo; y la última, «Wild Mountain Thyme», de pasarlo bien en grupo en la naturaleza.

Es un artista muy versátil. Lo mismo se embarca en una ópera, la música pop que en unos sonetos de Shakespeare. ¿Le interesa seguir explorando nuevos formatos?

—Seguro, y ya estoy en camino. Actualmente estoy escribiendo una Misa de Réquiem con el texto litúrgico en latín, con coros y todo. Y también estoy trabajando en un musical que espero estrenar en Londres en los próximos años. Siempre he pensado que es importante expresarse en muchos formatos diferentes. Para mí siempre se trata de la música.

¿Cómo está siendo la gira del nuevo disco?

—Solo hemos tenido unos pocos shows hasta ahora y han sido maravillosos. La gente conecta con la música folk. La gira comenzó en el Walt Disney Concert Hall con las entradas agotadas y muchos amigos vinieron, incluidos algunos de los del álbum, para cantar conmigo en el escenario. Fue el cumplimiento del sueño de una vida actuar con Chaka Khan. Finalmente Chaka y Rufus se reunieron. Chaka tenía una banda que se llamaba Rufus. Obviamente no tenía nada que ver conmigo.

Actuará en un lugar tan emblemático como el Teatro Real de Madrid y en un espacio tan poco convencional como el que le espera en Menorca. ¿Qué expectativas tiene para su visita a la Isla?

—Tengo una profunda conexión musical con España. Siento que los españoles me entienden a mí y a mi música. Canté en mi 40 cumpleaños en el Teatro Real con todo vendido, el año pasado representaron mi ópera «Hadrian» y este año vuelvo para mi 50 aniversario. Nunca he estado en Menorca y he oído que es increíblemente hermosa y especial. Hace poco estuve de gira por seis    ciudades y muchas de las maravillosas provincias de España. Las entradas para la mayoría de los espectáculos se agotaron y me sorprendió mucho que la gente viniera a verme a Murcia, Girona o Elche, ciudades en las que nunca había estado. Me hace mucha ilusión descubrir la Isla. Espero que me conozcan en Menorca.

El apunte

El festival arranca este viernes en la Illa del Rei con Federica Porello

Wainwright es la estrella más mediática de un festival que este viernes inaugura su decimosegunda edición. Apuntan desde Pedra Viva que «la primera propuesta singular» de esta temporada llega de la mano de Federica Porello con un espectáculo en el que dialogan las artes escénicas y las visuales para obtener un resultado «casi escultórico».La cita será en la galería Hauser & Wirth a partir de las 20.30 horas.

«Nowhen» es el título de una obra en el que la danza, la música y la palabra se conjugan a través de la relación con los objetos que    rodean a la artista. Porello es una bailarina italiana que actualmente forma parte de las compañías Mal Pelo y ZOO/Thomas Hauert y del colectivo Group LaBolsa, que se centra en la búsqueda de prácticas performativas en la creación en vivo. Entre otros galardones, recibió el Premi Ciutat de Barcelona y el Premio de la Crítica por la interpretación de «Bach», ambos en 2017.