Fernández Alday entre dos piezas protagonizadas por el caballo, animal con el que tiene una especial conexión | Josep Bagur Gomila

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El trazo en las obras de Jorge Fernández Alday es siempre reconocible. El estilo permanece, pero las temáticas siguen evolucionando. Estamos hablando de un artista que no acostumbra a repetirse, siempre guiado por una especie de intuición que marca el camino. Algo que se puede comprobar con su nueva exposición, que lleva por título «Anima’l». Una colección que se inaugura este viernes en Vidrart, la galería de Ciutadella en que años atrás el bilbaíno realizó su primera individual en la Isla: «Aquí fue donde se me dio el primer voto de confianza», recuerda. Un espacio en el que de alguna manera inició un ciclo que ahora se cierra con el final de una etapa. Fernández Alday abandona Menorca, pero se lleva un buen trozo de ella consigo.

En «Anima’l» se pueden encontrar dos exposiciones en una. Una parte en la que el protagonismo recae sobre el caballo, «animal con el que tanto mi mujer como yo sentimos una especial conexión emocional», confiesa. Un punto de partida que por problemas de salud acabó derivando en una pintura en blanco y negro sobre papel, en la que el rostro femenino, una constante en su trayectoria, recobra protagonismo.

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«Tengo problemas de espalda desde hace mucho tiempo y llegó un momento en el que no podía físicamente acometer el hecho de pintar una pieza grande con óleo por el tiempo que implica y por mi forma de trabajar, que requiere energía y movimiento físico. No soy un pintor de pincel pequeño y pincelada contenida», reconoce.

Así, el hecho de no tener que mezclar colores ya le hacía ganar tiempo para aprovechar más las sesiones. Y eso, sumado a trabajar con un formato más pequeño y sentado, le ayudó a explorar nuevos caminos. «El resultado salió sin pensar, nunca me había planteado hacer una línea parecida. Fue como un desahogo de estar mal físicamente. Solté pintura sobre un papel y de repente empecé a ver que esas manchas empezaban a cobrar vida», rememora rodeado de sus obras.

Un proceso que define muy bien su estilo. Algunas veces los cuadros llegan a parecerse a lo que inicialmente tiene en la cabeza, «pero normalmente acaban cogiendo su propia vida y se convierten en otra cosa. Ese proceso creativo genera tensión, esta se traduce en molestias físicas y ahora ha llegado el momento de hacer un paréntesis».

En lo que se refiere al camino que le espera por delante, confiesa que este probablemente «se abrirá solo, porque por mucho que yo intente llevarlos hacia algún lado, los cuadros acaban teniendo bastante más coraje. Me someto yo más a su voluntad que ellos a la mía».

La situación en la que se encuentra le ha abierto «varias puertas que tendré que explorar», reconoce. Ahora lo que toca es recuperarse físicamente, pero en realidad el alma de su obra parece que poco cambiará. «Vivo igual que pinto, en un estado de incertidumbre que me mantiene vivo, si no me aburriría». Y, ¿cómo vive un artista el hecho de no poder crear? «Es tremendamente frustrante, se siente una impotencia muy grande», reconoce. Es el momento de buscar una vía de escape a través de alguna disciplina creativa y Fernández Alday es también un gran amante de la literatura. «Me gusta pensar que lo que hago a nivel pictórico pudiera ser el equivalente a algo como un poema», concluye.