Alejandro Blanco y sus retratos. La exposición puede verse en la sala municipal Es Soleiet de Es Castell, hasta el próximo domingo
El arte de Alejandro Blanco (Madrid, 1957), vuelve, 40 años después, a Es Castell, donde vive desde 1980. Tres años después de llegar a la Isla, montó una exposición de dibujos a pluma, casas rurales y paisajes menorquines, una colección de quien descubre una isla mágica con ojos de la capital. Allí, en Madrid, a los 16 años iba al Círculo de Bellas Artes para dibujar la figura humana, el tema que siempre le ha atraído, en el arte, y en su formación filosófica, apasionado por la antropología y la neurobiología. Ahora, los 27 retratos que expone en la sala polivalente Es Soleiet, en la Esplanada de Es Castell, son la continuación de esas experiencias, porque la parte más importante de la figura humana es el rostro y, especialmente, la mirada. «En los retratos busco el gesto que transmite lo que quiero decir -explica el artista- porque podemos fingir una sonrisa de forma voluntaria, pero hay músculos que no podemos activar porque depende del cerebelo y por eso la mirada no se puede falsificar, es más auténtica, dice mucho del personaje».
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