Las profesoras Maria Cardona y María J. Amengual, con el escritor en el acto de la Fundació Rubió | Gemma Andreu

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Toni Montserrat es ibicenco, pero había una parte de la historia de su tierra que desconocía y qué logró despertar en su interior el escritor que llevaba dentro. Ello se tradujo en su primera novela, «Isla negra», editada por Plaza & Janés y que va ya por su tercera edición. Este fin de semana ha pasado por Menorca para presentarla y rescatar del olvido dos macabros asesinatos del siglo XIX.

Con una formación que nada tiene que ver con las letras, en dirección de empresas, ¿siempre hubo un escritor dentro de Toni Montserrat?

—La literatura siempre me había acompañado como lector. He leído mucho, pero nunca había escrito nada. Estaba ahí una vocecita que me decía, ‘¿Por qué no lo pruebas?’. El libro lo empecé hace seis años,    con 43 dije vamos allá. Me hice de rogar.

¿Cómo se cruza en su vida la historia que cuenta?

—Fue por un artículo de Fanny Tur,    responsable del Archivo Histórico de Eivissa, que hacía referencia al doble asesinato de un cura de Sant Jordi y su criado en 1863. Me pareció interesante al ser un crimen distinto en aquella época, en la que los    payeses sí que tenían tendencia a ir a armados y a sacar el cuchillo o la pistola rápido. Había un número elevado de muertes y crímenes cada año.

¿También  había esa violencia en Menorca?

—Viendo el libro del Archiduque Salvador sobre las antiguas Pitiusas, que es mi principal fuente de documentación, veo una diferencia importante entre Menorca e Eivissa. En el caso de Menorca,    el libro recoge    tablas con los juicios y prácticamente no hay casos de asesinatos. En cambio, en Eivissa hay condenas por asesinato cada año. En 1863, el año en el que sucede el crimen en cuestión, hubo ocho personas asesinadas. Es una cifra espantosa, en una población de 20.000 habitantes como tenía entonces. Era una isla muy violenta.

Un panorama  desolador...

—Los muertos solían ser campesinos, en el campo ibicenco aplicaban la ley payesa, que es ‘yo me siento ofendido y aplico la justicia, mi justicia’; es decir, un disparo, un navajazo o una pedrada. Lo habitual era que las víctimas fueran otros payeses y lo sorprendente de este caso es que mataran a un religioso sexagenario, una figura respetada en el entorno rural, algo que se sale totalmente de lo normal. Incluso en Eivissa, siendo un poco lo ‘salvajillos’ que éramos, se armó un gran revuelo, la gente estaba espantada.

Ahí encontró potencial literario.

—Me pareció que era interesante partir de un crimen real, que en la realidad no se resolvió. De manera que eso daba pie a poder fabular. Y todo en una época muy desconocida en la Isla. Me puse a investigar y empecé a aprender una serie de cosas, y sentí como que tenía casi un deber moral de explicarlo. Por un lado tenía una historia virgen, sin resolver, lo que daba pie a que yo pudiera traer de fuera un investigador, que es Marc    Guasch, el protagonista, y luego una época desconocida que valía explicar. Era un cóctel muy interesante.

¿Qué porcentaje hay de novela histórica y qué parte de negra?

—La Eivissa del siglo XIX es un protagonista más de la novela. No creo que pueda hablarse de porcentajes por separado, creo que es las dos cosas al cien por cien. La isla que describo es real, yo le he aportado ficción a través de la investigación. Es un momento histórico en el que Eivissa empieza a dar los primeros pasos para ser lo que es.

Sorprenderá a aquellos que tienen en mente una imagen muy diferente de la Isla.

—Y para los propios ibicencos. Piensa que en aquella época había 200 casas payesas vacías y abandonadas, porque la gente no podía subsistir, no podía ni sobrevivir, se iba. Eivissa era pobre hasta el límite y por eso la gente se marchaba.

¿Cómo ha sido la experiencia de debutar como escritor?

—Está siendo maravillosa y también la reacción de la gente. Están descubriendo una Eivissa desconocida, que ni los propios ibicencos conocían. La gente tiene en mente, como decías, la idea de la Eivissa actual, y como mucho es capaz de ir a los 60 y 70 con los hippies, pero no se imagina el nivel de pobreza en la Eivissa del XIX, que también era muy violenta.   

Creo que tenía planificada un trilogía sobre las Balears...

—Es una idea que me gusta. La información del Archiduque es muy valiosa no solamente en el caso de Eivissa. Ahora he empezado con otra novela que es una historia que también sucede en Eivissa sobre otro crimen espantoso, pero sí que me gustaría seguir con el resto de islas. Me gustaría descubrir como era    Menorca    hace 160 años y un crimen llamativo en el siglo XIX, ese sería el punto de partida. Pero erais tan pacíficos que me va a costar, a la mejor me lo tengo que inventar.