La publicación de ‘Lletres de safrà’ supone la culminación de un proyecto que comenzó a gestarse en las primeras semanas de confinamiento y que ahora ve la luz de la mano de la Nova Editorial Moll | G.S.

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Gabriel Subirats (Es Migjorn Gran, 1968) es un hombre de números, pero siente una gran pasión por el mundo de las letras. Economista de profesión, reconoce que «desde muy jovencito» le ha gustado leer y que con el paso del tiempo «me ha atrevido a escribir». Tras su debut en 2021 con «El viatge talaiòtic de Gaudí», ahora regresa a la actualidad literaria con una novela histórica más ambiciosa. Un viaje a la última etapa de la Menorca islámica que lleva por título «Lletres de safrà» (Nova Editorial Moll, 2024) y que este sábado presenta en el Cercle Artístic de Ciutadella (20 horas).

Su pasión por la lectura y la curiosidad por la investigación histórica le han llevado a embarcarse en el que quizás es uno de los periodos más desconocidos de la historia menorquina «y del que se perdió mucha documentación», reconoce. Un legado que Subirats reivindica con un libro para el que principalmente se ha documentado a través de la «Història de Menorca» de Miquel Ángel Casasnovas.

La ficción entra en juego con los integrantes de tres generaciones de la familia Mukhtar, una saga de la que se sirve para armar una historia en la que el autor describe un pueblo «muy avanzado a nivel social, económico, cultural y científico» y en el que se fomentaba la interculturalidad. En ese sentido, defiende que el Islam tenía «mucho más asumido lo que es convivir en sociedad, cada uno ayudaba con su riqueza a los más necesitados».

La contraposición entre diferentes religiones es otro de los puntos sobre los que gira la novela y que ha ocupado buena parte de la investigación de Subirats. «La filosofía cristiana está sometida, evidentemente, a la teología, y también la del Islam, pero el Corán invoca mucho más la necesidad del conocimiento y lo defienden como el camino que te va a llevar a la verdad», sostiene.

Gran parte de la trama se desarrolla en el hogar de los Mukhtar, en el Barranc d’Algendar, «un lugar idílico para vivir, cultivar y  criar el ganado». El autor reconoce que para él era «muy importante hablar desde el punto de vista de los moros», una palabra que no es despectiva, defiende, porque es el término correcto para referirse a los musulmanes del norte de África «He hecho un esfuerzo por describir cómo se vivía en todos los lugares que se describen en la novela y que he pisado» reconoce el autor, que reivindica la recuperación del legado islámico. «Tenemos un Castell de Santa Àgueda, que se está derritiendo, como quien dice», concluye.

El apunte

«Hay novelas que explican mejor la economía que cualquier manual»

Rememora el escritor cómo cuando en el colegio si sabías las fechas de las guerras aprobabas, «pero la historia necesita un relato, para mí también es importante captar y transmitir a atmósfera de una época, que es lo difícil, y eso es lo que he pretendido». Reconoce, por otra parte, que «estudiar economía, que es mi oficio, es muy aburrido. Hay grandes novelas que explican mucho mejor la economía que cualquier manual», reconoce el autor, que ya tiene otro proyecto de novela sobre la mesa, que en este caso no estará ambientada en la Isla, pero sí en una ciudad que ha sido importante en su vida, Barcelona.