Patricia de las Heras y Jorge Campos, con Marga Prohens y Antoni Costa en el Parlament en la reunión del 5 de junio. | P. Pellicer

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El acuerdo PP-Vox para que Marga Prohens sea presidenta del Govern durante los próximos cuatros años –si Vox no lo impide– se anunció poco antes de las 18.30 de la tarde pero tres horas antes estaba muerto. A las 15.00 horas, Vox estaba decidido a votar en contra de Prohens y abrir así el camino a unas nuevas elecciones en Balears después se sentirse humillado y ultrajado en Cort por el PP. «Ni Jaime Martínez tiene 15 concejales ni Marga Prohens tiene 30 diputados», aseguraban a esas horas desde la filas de Vox.

El enfado era monumental, precisamente en un día que tenía que ser clave para las negociaciones porque a las 17.00 horas por fin volvían a verse las caras los negociadores –incluidos los dos enviados desde Madrid por Santiago Abascal– en un discreto hotel de la Platja de Palma, sin miradas incómodas, tras días de contactos más o menos oficiosos en los que se intercambiaron papeles y documentos.

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En medio de un    bochorno sofocante, Vox llegó a la reunión en el hotel con la intención de exigir la presidencia del Consell de Mallorca, además de un texto claro sobre la libertad de elección de lengua en la educación y no la ambigüedad con la que se cerró el preacuerdo, un texto plagado de la retórica de Vox, pero lleno del programa del PP.   En el documento cerrado este miércoles pasa lo contrario:hay menos retórica, pero más programa de Vox y eso es lo que desencalló finalmente el acuerdo en una reunión que no duró ni 40 minutos.

El pacto se cerró sin la firma de Prohens – figuran las de Sebastià Sagreras (PP) y de Idoia Ribas (Vox)– y gracias a él no tendrá consellers de Vox en las reuniones del Consell de Govern en el Consolat. Lo que sí tendrá es una buena papeleta en el discurso de investidura porque deberá desgranar, como propias, buena parte de las medidas del programa con el que Vox se presentó a las elecciones.

Ha ganado, pero ha tenido que pagar un alto precio y además estará vigilada por sus socios, algo muy incómodo y muy complicado de gestionar, como pudo comprobar su antecesora, Francina Armengol, en aquella primera legislatura en la que Podemos no entró en el Govern. Prohens va a tener que hacer un difícil equilibrio para contentar a Vox, mantener su apoyo en el Parlament balear, y a la vez no provocar incendios como los que provocó José Ramón Bauzá y que ella conoce tan bien.