La población disfrutó durante todo el día de una jornada memorable | Kika Triay

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Un pueblo pequeño, pero que vive su fiesta a lo grande. Fornells se volcó ayer en la celebración de Sant Antoni, en una jornada que arrancó, como estaba previsto, con la puntualidad que marca el protocolo. Pasaban pocos minutos de las cinco de la tarde cuando bajo un sol de justicia, el fabioler, Isaac Triay Moll, pedía permiso delante del Local Social del Ayuntamiento para iniciar la fiesta con el tradicional primer toc y posteriormente iniciar el replec, acompañado por una comparsa de gigantes y cabezudos que bailaban al ritmo del Grup de Cornetes i Tambors de Fornells, guiados por la batuta de Felipe Pascual.

Tras la entrega de la bandera al caixer sobreposat, lo que poco a poco comenzó como una fiesta familiar, fue creciendo a gran ritmo a lo largo de la tarde. Y prueba de ello es que cada vez se congregaba más gente frente a la Plaça de la Església, por donde la qualcada pasó en repetidas ocasiones para recoger al caixer pagès y casat y finalmente al caixer capellà, Joan Tutzó.

Mientras la Banda des Mercadal se encargaba de seguir caldeando la fiesta por las diferentes calles, la comitiva de las fiestas se dirigió al encuentro de la caixera batlessa, Constanza Navarro, que se subió a su caballo en torno a las 19.30 horas.

Sesenta minutos después, y una vez que la qualcada regresó de nuevo al Local Social para que el alcalde del municipio, Francesc Ametller, hiciera entrega a Navarro del bastón de autoridad, los jinetes se bajaron de sus caballos para celebrar en la iglesia parroquial las solemnes completes en honor a Sant Antoni Abat, en una ceremonia oficiada por Joan Tutzó, quien recordó la importancia de las raíces de la fiesta.

Posteriormente, la qualcada retomó su actividad y a las 20.25 horas entró en plaza de la población para celebrar un multitudinario Jaleo que los vecinos y un gran número de visitantes vivieron con intensidad junto al mar.