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Sant Joan 2015 pasará a la historia como la edición en la que toda la controversia generada a partir de la necesaria adopción de medidas de seguridad tuvo un desenlace feliz. El plan de autoprotección que alcanzaba su test definitivo antes y durante la celebración de los Jocs des Pla arrojó ayer un saldo positivo impecable marcando el camino apropiado para las próximas ediciones. Un total de 281 personas, entre fuerzas de seguridad, voluntarios e informadores cuidaron del buen desarrollo de la fiesta, y consiguieron su objetivo.

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Eficacia policial, concienciación ciudadana y presencia fundamental de los voluntarios de Sant Joan, Cruz Roja y resto de colaboradores engrandecieron el acto y alejaron los sucesos trágicos que tanto la deslucieron antaño.

El primer elemento diferenciador fue el filtro policial. Una decena de agentes locales y nacionales se instalaron en cada uno de los accesos a Es Pla sobre las 18 horas formando dos barreras de cinco policías. Se revisaron bolsos, se requisaron centenares de botellas de vidrio y se prohibió el acceso a quienes portaban calzado abierto, abarcas o sandalias, o mostraba síntomas de embriaguez que podían poner en peligro su propia integridad y la de los demás. «Están siendo completamente comprensivos los visitantes de fuera de la Isla, y en cambio los de aquí son los que más protestan y se enfadan», explicaba un agente a este diario.