Escenas. Un total de trece fueron los episodios de la vida de Jesús que se representaron en el belén viviente del Colegio San José

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M.P.F. Maó
Aunque la Navidad viene actualmente aferrada al afán de consumismo, laicismo y derroche, el Colegio concertado San José, de nuevo plantó cara a esta realidad por vigésimo séptima vez para gritar a los cuatro vientos el pleno significado de la Navidad.

Faltaban varios minutos para las 18 horas cuando una larguísima cola de gente aguardaba ansiosa en el Cós de Gràcia. Entre ellos no solamente se encontraban los padres, madres y familiares de los artistas sino también cientos de curiosos que no quisieron perderse la encarnación de la ternura en niños de entre 3 y 16 años.

Después de los últimos retoques y los cambios de última hora ante la ausencia de algún que otro personaje, el centro educativo abrió las puertas al tradicional belén viviente. 187 miembros de la comunidad educativa, entre alumnos, padres, madres y profesores, supieron escenificar con mucho arte hasta un total de trece episodios relacionados con el nacimiento del Niño Jesús. La primera escena, el Cielo, acogía a los más pequeños del centro, quienes lucían impecables sus túnicas angelicales. Además de ésta, la gente pudo contemplar la Anunciación, el Mercado, la Visitación, el Empadronamiento, la Anunciación a los Pastores, el Nacimiento de Jesús, los Reyes, el Palacio del Rey Herodes, el sueño de San José, la Huida de Egipto, la Presentación y el taller de San José. Según explica una de las principales responsables de este evento, Montse Farrés, "cada año vamos renovando algún decorado y en esta edición ha sido el turno del Empadronamiento y la Anunciación a los Pastores" y argumenta que "en un colegio religioso debemos fomentar las raíces del cristianismo por lo que los niños reciben una educación además de unas explicaciones sobre el motivo de la celebración de la Navidad. Cabe decir que si Jesús no hubiese nacido, nadie lo celebraría, nadie estaría comiendo turrón". Entre las escenas más preciadas destacó el mercado donde lucían embellecidos una oveja y un par de conejos posando entre centros de fruta y verdura. Aunque, sin duda alguna, los Reyes Magos deslumbraron a pequeños y mayores. Su función no fue solamente posar sino también escuchar a los niños quienes, entre caramelo y caramelo, explicaban aturdidos y con cara de expectación cómo se habían portado y por tanto asegurarse que sí se merecían ser recompensados con grandes regalos.

Aunque los alumnos vivieron una jornada de lo más especial, a primera hora del día de hoy estarán sentados en clase como si nada hubiera pasado.