Jesús Maquiera

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Autoficha
Me llamo Jesús Maquiera Obeso. Nací en Reinosa (Cantabria) el 15 de octubre de 1925. De niño, no tuve cultura religiosa alguna, pero siempre quise ser maestro. La Guerra Civil, durante la cual estuve ocho meses exiliado en Bélgica, me lo impidió. Al volver, tuve de profesor en la escuela nacional a un sacerdote y pensé que yo podía hacer lo mismo que él.

Gerard Quevedo Ciutadella
Y ¿por qué, en concreto, salesiano?
En el pueblo yo era un poco el líder de mis compañeros, porque tenía más edad que ellos y, además, pertenecía a un grupo infantil socialista. Ellos iban a los Menesianos y yo a la escuela nacional. Y admiraba lo que hacían, me gustaban sus libros y cómo les corregían los trabajos. Yo tenía un tío salesiano, con el que no había tenido nunca contacto y que era director de un colegio en Alicante. Le mandé hasta tres cartas, diciéndole que quería ingresar en la congregación y a la tercera me contestó, diciendo que fuera de inmediato al seminario de Campello -en donde también estudiaban dos primos míos-, porque el curso había comenzado ya.

Y llegó usted a profesar, y a ser sacerdote...
En efecto, profesé en Sant Vicenç dels Horts, en Barcelona, donde cursé el noviciado, ya que en Campello sólo estuve un curso. También estudié Filosofía en el Seminario Salesiano de Girona, Magisterio entre Barcelona y Valencia, y
Teología en Martí Codolar, en Barcelona. Me ordenaron sacerdote en el Tibidabo, el día de mi cumpleaños del año 1953.

Vamos, que usted ha sido un cántabro que se ha formado religiosamente en el Mediterráneo...
Ciertamente y, curiosamente, mis destinos como salesiano siempre me han llevado a tierras de Cataluña y Valencia, además de Ciutadella, en donde he estado en dos etapas distintas y donde más he disfrutado. También quiero destacar mis nueve años en Girona, como profesor de seminaristas, director espiritual de los mismos y consiliario de los antiguos alumnos. Y se lo digo porque mi gran pasión ha sido la docencia y la asistencia a los jóvenes, desde darles clases de repaso gratuitas cuando no podían seguir el ritmo, hasta jugar con ellos al fútbol en el patio.

Háblenos de sus dos etapas en Ciutadella...
Primero, vine en 1968 como administrador (entonces le llamaban prefecto). Después volví en 1982, hace más de 26 años y, desde entonces ya no me he movido, de momento. Aquí he sido profesor de Latín, Lenguaje y Ciencias Sociales, hasta que en 1993 me jubilé. Ahora me encargo de visitar a los enfermos y de la Archicofradía de María Auxiliadora, que reúne a un centenar de celadoras. Siempre me ha impresionado el salesianismo que se respira en Calós y la devoción del pueblo de Ciutadella a nuestra Virgen.

¿Cómo recibió la noticia de que usted iba a ser este año el salesiano homenajeado?
Pues, mire, el presidente Antoni Pedrol me pidió tres o cuatro nombres de salesianos a los que se podía invitar, yo se los di y a los pocos días me dijo que el invitado iba a ser yo. Le puedo asegurar que profeso un gran cariño por los antiguos alumnos, que me siento muy unido a todos ellos y les visito con frecuencia.