Maria Solá Maó
¿Cuándo se inició en el mundo del yoga?
Cuando tenía alrededor de 21 años buscaba un crecimiento personal, quería sentirme bien interiormente. Comencé a ir a un terapeuta alternativo y la terapia me llevó al yoga. Posteriormente me formé como profesora y empecé a dar clases. Para vivir del yoga es necesario dedicarte por completo. Este paso lo di al llegar a Menorca.
¿Ha sido complicado?
Al principio sí. Necesita mucha dedicación y muchas horas pero si te gusta vivir tranquila y con una serie de valores vale la pena.
¿Cuáles son las bases principales del Hatha yoga?
El Hatha yoga trabaja la unión de cuerpo y mente. Permite expresar las emociones y sentimientos, algo a lo que no estamos acostumbrados. Se trabaja mucho el cuerpo y la respiración.
Además, impartes clases de yoga para niños...
Sí, me estoy especializando en niños y en alrededor de un mes abriré un centro de yoga para niños en Ciutadella. Mi vocación siempre han sido los niños y el próximo mes de junio acabaré la carrera de Educación Infantil, que estoy estudiando a distancia. Mi objetivo era integrar el yoga en la educación y en este sentido me puse en contacto con la Federación de Asociación de Padres y Madres de Alumnos de Menorca para presentarles el proyecto "Educar con valores". Les pareció bien y, desde el mes de septiembre, doy clases a dos grupos de niños, de entre 3 y 12 años.
¿Qué beneficios tiene el yoga para los más pequeños?
La finalidad es que el niño tenga conocimiento y conciencia sobre el control de su cuerpo y que aprenda a expresar emociones.
¿Qué diferencia hay entre dar clases a adultos y a niños?
Los niños más pequeños, de 3 a 7 años, no pueden trabajar la respiración. En estas clases realizamos un calentamiento, diversas posturas y relajación, pero siempre desde el juego y la imaginación. En cambio, con los niños de entre 8 y 12 años puedes trabajar más con la respiración y con las posturas.
Supone por tanto una entrega mucho mayor...
Sí, por supuesto. Has de tener ingenio y mucha creatividad, no puedes bajar la guardia. Es muy bonito porque, al final, me enseñan más ellos a mí que yo a ellos. Hay que jugar en la vida porque, al hacernos mayores, nos volvemos muy aburridos. Estar con ellos es genial, es como una terapia y sacan a mi niña interior.
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