Concurrencia. Ciudadanos y personas vinculadas a la política acudieron para presenciar la investidura, que marca el inicio de un nuevo ciclo

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Laura Bañón Ciutadella
El Ayuntamiento de Ciutadella volvió a convertirse ayer en el epicentro político. El cambio de gobierno se materializó sobre lo previsto, sin sorpresas de última hora, como muchos se temían. Los ciudadanos no quisieron perderse la elección de la nueva alcaldesa, que termina con una etapa política convulsa en Ciutadella.
A partir de mediodía, una hora antes del pleno convocado a las 13 horas, empezó el goteo de ciudadanos hacia el Consistorio. El Saló Gòtic se quedó pequeño para dar cabida a todos. Las primeras filas se reservaron para las autoridades y representantes políticos invitados, por lo que fueron pocos los que pudieron seguir sentados la sesión de investidura que se prolongó durante una hora. La falta de asiento motivó algunas quejas, aunque al final a la gente de a pie no le tocó otro remedio que seguir el pleno sin silla.
Poco antes de la una empezaron a llegar las autoridades, formándose corrillos en la entrada del Ayuntamiento. Los políticos fueron saludándose unos a otros en un ambiente distendido, y muchos aprovecharon para expresar el pésame a la concejala Maite Salord por el reciente fallecimiento de su padre.

La sesión empezó presidida por la alcaldesa saliente, Antònia Salord, en un pleno histórico en la democracia de Ciutadella por significar el final de un ciclo político abierto en 2003 y el inicio de una nueva etapa encabezada por un gobierno progresista, que toma las riendas de Ciutadella a mitad de mandato. En el auditorio se respiraban la tensión y la curiosidad previas a los grandes acontecimientos. En los bancos de primera fila se encontraba la consellera y portavoz del Govern, Joana Barceló, el presidente del Consell, Marc Pons, y el director insular de la Administración General del Estado, Javier Tejero, entre otras autoridades. La investidura de Pilar Carbonero al frente de un gobierno de pacto entre PSOE y PSM movilizó a una nutrida representación de ambos partidos: Pablo Martín y Rosa Maria Alberdi, del PSIB, y Eduard Riudavets y Antònia Allès, por el PSM, entre otros muchos cargos. También acudieron el senador Arturo Bagur y alcaldes de la Isla, como Vicenç Tur, Llorenç Carretero o Juan Cabrera. La investidura y la entrada de los dos concejales del PP, Juana Mari Pons y Jordi Salord, también convocó a los populares, con la presencia del presidente insular, Santiago Tadeo, y la presidenta local, Assumpta Vinent, entre otros.

Entre el público destacó una importante presencia de simpatizantes de UPCM y del PSOE y el PSM, y la asistencia de ex concejales, como Luis Camarero, Manel Mascaró o Manuel Pons Muñoz, entre muchos otros, y ex alcaldes, como Antoni Salvador. También estuvo Guillem Bosch, que sucederá en el cargo a Joan Gorrías en su próxima y anunciada dimisión. La sesión de investidura se desarrolló sin incidencias, con aplausos destacados a las intervenciones de Joan Triay y Maite Salord, y con abucheos en el momento en que Antònia Salord recordó al ex alcalde Llorenç Brondo. En el recuento de las votaciones para la elección de la alcaldesa destacó la anécdota de la papeleta que ponía "Doña Pilar Carbonero", uno de los votos que dieron la mayoría para posibilitar el cambio de gobierno. El momento más esperado fue el de la entrega de la vara de mando. Pilar Carbonero juró el cargo y tomó asiento en la Alcaldía. Su intervención final recibió una larga ovación del público. "Trabajaré duro para no defraudar", recalcó. Tras la sesión, el nuevo gobierno del PSOE y el PSM recibió el turno de felicitaciones.