ORFILA. Vive en el barrio de Kreuzberd, donde casi una tercera parte de la población es inmigrante - S.O.

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Aterrizó en Alemania por primera vez con 17 años y, desde entonces, la vida de Sonia Orfila Saura (Maó, 1971) ha estado íntimamente ligada al país germano. Tras estudiar ilustración en Barcelona, la menorquina decidió visitar Stuttgart y aunque su intención en un primer momento era quedarse en la ciudad durante un mes, la estancia se prolongó seis años. Posteriormente, Orfila se trasladó a Berlín, donde reside desde hace ya siete años. Actualmente, la menorquina se dedica en exclusiva a la pintura y una de sus ilusiones sería exponer su obra en Menorca.

Llegó a Alemania por primera vez con tan sólo 17 años ¿Qué la llevó a tomar la decisión de trabajar como 'au-pair'?
Mi madre estaba leyendo el periódico una mañana mientras tomaba su café y me dijo "Sonia, ¿qué tal un viaje a Alemania ?". Me leyó un anuncio de una familia alemana que veraneaba en Menorca y buscaba una chica que cuidara a sus dos hijos y les enseñara español. Sentí curiosidad: tenía ganas de conocer otros lugares y los países con frío siempre me habían llamado la atención.

¿Que tal resultó la experiencia?
Muy bien. Estuve viviendo nueve meses en una ciudad llamada Gütersloh.
Concretamente, fui a parar a una fábrica, que era propiedad de la familia con la que convivía. Trabajaban y vivían en el mismo edificio y sus empleados venían cada día. No paraba de conocer a gente. Cada mediodía me llevaba a los niños a comer a casa de la abuela y me la encontraba volviendo de hacer la compra en bicicleta a los 80 años. Mi habitación daba a un tejado desde el que podía ver el bosque y durante la noche cada vez que pasaba el tren se movía todo el cuarto. ¡Me encantaba!

¿Qué es lo que más le atrajo del país?
El color verde es muy intenso, hay mucha vegetación y eso me encantó. Hay árboles muy altos, campos enormes, casitas de cuento, calefacción en las casas y mucho frío en el exterior. El frío me sienta bien, me despeja mucho. Durante aquella primera época en Alemania me sentía como Alicia en el país de las maravillas, sólo que Alicia no engordó 10 kilos y yo sí.

¿Sabía hablar alemán?
No, pasé ocho meses sin hablar con nadie más que con la familia con la que vivía. Con el resto de la gente utilizaba las palabras mínimas, me daba vergüenza. Cuando estaba sola practicaba, era como aprender a hablar otra vez. Repetía las palabras que me enseñaba la madre de la familia y me gustaba mover la boca para hacer esos sonidos. Al noveno mes había estudiado mucho y podía construir frases enteras. Fue entonces cuando empecé a hablar.

Tras nueve meses en Gütersloh volvió a España para continuar sus estudios...
Sí. Estudié durante cinco años en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Barcelona, donde me especialicé en ilustración. Desde niña me pasaba horas leyendo cómics y dibujando historias. Me había quedado con las ganas de continuar viajando así que al acabar los estudios decidí irme a Stuttgart un mes para probar.

¿Volvió de nuevo a Alemania?
Sí. Pensé que si encontraba trabajo en Barcelona ya no tendría la posibilidad de moverme fácilmente. Una vez en Stuttgart decidí quedarme un año más para mejorar mi alemán y así tener otro recurso. Primero trabajé de 'au-pair' durante una temporada y, al acabar, busqué una habitación en una residencia de estudiantes y me quedé un tiempo trabajando en lo que podía.

¿Continuó formándose en Stuttgart?
Sí. Durante tres meses escapé a Italia, donde hice unas prácticas de diseño gráfico en una revista de Turín y asistí a una feria de ilustración en Bologna. Algunas editoriales me dijeron que mis dibujos eran bonitos pero que no eran comerciales. Las ilustraciones se estaban volviendo más pictóricas y más grandes, así que decidí estudiar pintura en Stuttgart mientras aprendía alemán. Suspendí los exámenes en dos ocasiones, fallaba siempre en el examen oral, que era una especie de entrevista con los profesores. Al segundo intentó desistí pero como ya me había integrado en Sttutgart me quedé para desarrollar la pintura por mi cuenta.

¿Cómo le fue?
Combinaba la pintura con todo tipo de trabajos. Me gustaba probar cosas diferentes y solía optar por trabajos que requirieran algo de esfuerzo físico, ya que pintar es una actividad muy sedentaria. Decoré escaparates para una tienda de muebles, fui dependienta en unos almacenes, cociné tapas en un bar español, limpié baños en un teatro, fui asistente social para una empresa, trabajé en catering, vendí árboles de Navidad a 10 grados bajo cero, monté piezas en una fábrica de muelles para coches, ordené ropa XXL en otra fábrica, limpiaba platos en restaurantes, hacía de azafata en ferias, vendía salchichas en la Feria de Octubre. Iba cambiando según la necesidad y las ganas de hacer algo nuevo. No obstante, durante mucho tiempo trabajé de camarera ya que cobraba mucho más que realizando otros trabajos en España e incluso en Alemania.
Además, tenía un horario flexible que me permitía tener tres o cuatro días enteros para pintar.

Entonces, ¿se ganaba bien la vida como camarera?
Sí. Hace siete años podías cobrar una media de 3.000 euros mensuales como camarera, mientras que en otro trabajo ganabas con suerte 1.200 euros. En algunos locales de mucho tránsito acostumbraban a pagar una comisión aparte del sueldo y además los clientes te daban su propina. Tres en uno. Tenía muchas mesas y corría todo el día. Cuanto más simpática fuera y más corriera, más propinas me daban y más aumentaba mi comisión. Entrabas en una especie de competición, comías a cucharadas entre mesa y mesa y seguías corriendo. El nivel de estrés era tan alto que se me llegaron a "desconectar" los nervios: adquirí mucha serenidad.

No obstante, nunca dejó de lado su faceta artística...
No. Pintaba durante el día para aprovechar la luz natural y trabajaba sobretodo en turnos de noche y los fines de semana.

Durante un tiempo volvió a Menorca ¿No le convenció la vida en la Isla?
A los 28 años volví a la Isla. Trabajé unos meses en el aeropuerto, busqué un contrato de 30 horas semanales que me permitiera continuar pintando. También alquilé un piso para mi sola pero el sueldo me daba justo para el alquiler y la comida. No tuve paciencia para organizarme y buscar otras posibilidades. Tras ocho meses en la Isla decidí irme a Londres a probar suerte. Me encantó la ciudad pero era carísima y acabé volviendo a Stuttgart. Trabajé como camarera en un café donde organizaban exposiciones.
Precisamente allí conocí a mi futuro novio, con el que me fui a Berlín.

Una nueva vida en otra ciudad del país germano...
Sí. Me mudé a una ciudad siguiendo a un hombre y, aunque más tarde nos separamos, el cambio fue positivo. Me quedé varias veces en la calle, me arruiné y me endeudé. Todos los esquemas que yo conocía se vinieron abajo. Fue difícil aprender a prescindir de lo que yo conocía y montar esquemas nuevos pero hoy creo que eso fue lo que vine a buscar en esta ciudad. Además, saber que puedes volver a casa es lo que te mantiene segura, aquí ves a mucha gente que no tiene esa opción.

¿Cómo definiría Berlín a grandes rasgos?
Es una ciudad con mucho espacio, respiras bien y es muy tranquila. Hay gente de todo tipo y cada barrio es muy distinto al otro, no te cansas fácilmente. Tanto en la ciudad como en los alrededores hay lagos preciosos y muchos parques y bosques. En Berlín ves algo interesante cada vez que sales a la calle y puedes ver a artistas de cerca sin tener que coger un avión. ¡Eso me fascina! Berlín es un centro cultural importante y me conviene crear una red de trabajo aquí. Por otro lado, la relación alquiler-sueldo no te quita la salud, a no ser que quieras la casa más bonita en la zona más bonita.

También tendrá algunos inconvenientes...
Sí. El invierno es gris y la poca luz te baja la energía. Además, los cambios de temperatura de un día a otro son brutales y siempre hay que cargar con mucha ropa. Otra de las cosas que no me gustan de la ciudad es que da la sensación de que han repartido a la gente según su edad. Hay zonas en las que parece que tener 50 años no sea posible y eso no me acaba de parecer real. Me gusta ver a la gente mayor mezclada entre la gente joven.

¿En qué barrio vive?
Vivo en el barrio de Kreuzberg, donde casi una tercera parte de la población es inmigrante. Además de los alemanes, están los turcos con sus mercados y los estudiantes, entre los que hay muchos españoles. También hay bares que parecen escaparates, siempre hay gente que se ve bien peinada y simula que lee un libro.

Actualmente se dedica exclusivamente a pintar ¿Que la llevó a tomar esta decisión?
Mi pintura ya empieza a cumplir las exigencias que me había propuesto, tanto a nivel técnico, como a nivel de contenido. Tras cuatro años vendiendo en una galería, he podido escuchar las críticas y ver el efecto que mi pintura causa sobre la gente. Eso es lo que me ayudó a tomar esta decisión. La rutina laboral era algo que me enganchaba mucho pero también hacía que me acomodara.

¿Continúa vinculada a la galería de arte?
Sí. La galería se llama "Meisterschüler" y es también un café. Los pintores firmamos un contrato que establece que durante los tres primeros años tenemos que pintar en directo en la galería para que los clientes puedan vernos trabajar y conocernos. Desde hace año y medio ya sólo pinto en casa y, en el caso de que algún cliente quiera alguna obra, me llaman y voy. Por cada cuadro que vendes la galería se lleva una comisión pero, a cambio, te organizan exposiciones.

¿Cómo definiría su estilo?
Mi estilo es una mezcla de todo lo que he ido absorbiendo hasta ahora. Mis cuadros son ante todo figurativos porque es a través de las personas y sus caras como más me gusta expresarme. No obstante no puedo dejar de lado los clásicos, ni el arte abstracto, ni el expresionismo o la ilustración. El subconsciente también pinta mucho. Cualquier cosa que hayas visto de niña en la televisión se te aparece de repente un día en un cuadro. De pequeña me fascinaban las cejas depiladas de las actrices de los años 30 y aunque no quisiera me he pasado años pintando esas cejas. Algunos de mis trabajos se pueden ver a través de internet, en la página websoniaorfila.invalidaddress.org

¿Para cuando una exposición de su obra en Menorca?
Mi intención es organizar una muestra en la Isla el año próximo. Me hace mucha ilusión.

¿Cada cuanto tiempo visita la Isla?
Una o dos veces al año viajo hasta Menorca y me quedo durante varias semanas. Preferiría ir más a menudo aunque fueran visitas más cortas. Ahora que tengo sobrinos, no los veo tanto como quisiera y me da pena. También echo en falta el aire limpio, el sol gratis, los colores y los bares de toda la vida.

¿Volverá a instalarse en Menorca algún día?
Siempre he tenido en cuenta esa posibilidad , otra cosa es que sea realista. Continuamente se abren ciclos nuevos y romper esos ciclos una vez iniciados es muy difícil. Yo siento que todavía no he acabado aquí pero me gustaría volver a Menorca si puedo trabajar desde allí. Si al final no sucede, será porque estoy bien aquí, por lo tanto ambas opciones son muy buenas.

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