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Más allá de su proximidad al mar Mediterráneo, podría parecer que Menorca y la ciudad de Parma tienen bastante poco en común. Sin embargo, sus similitudes son en realidad más de las que en principio parecen, o al menos así lo sostiene Saveria Chierici, una parmesana que vive desde hace siete años en Menorca y que la pasada primavera sirvió de cicerone a una paisana suya, la periodista Mara Varoli, enviada por la "Gazzetta di Parma" para escribir un reportaje para la sección de viajes del rotativo italiano.

Explica Chierici, en un castellano salpicado con alguna que otra palabra en menorquín, que la primera de las coincidencias es de corte gastronómico: la pasión por el queso y el reconocimiento que dicho producto tienen fuera de sus fronteras. Además, sostiene que en ambos territorios se notan el aire "católico y señorial", y sobre todo la pasión por la las fiestas populares, y es que según cuenta Chierici en la ciudad italiana Sant Joan (Sant Giovanni) se celebra por todo lo alto, eso sí, sin caballos. Y si en Menorca la fiesta va unida a la mezcla de ginebra con limonada, en Parma se decantan por el "nocino", un licor de nueces verdes, según explica.

El reportaje, publicado el pasado 16 de junio, lleva por título "Minorca, l'isola dal 'cuore grande'", algo así como la isla del corazón grande, y habla de un territorio verde bañado por un mar que pasa de tonos turquesa a esmeralda. Guiada por "la parmesana de las Balears", Varoli presenta a sus lectores una Isla de la que dice que siempre ha estado a la sombra de Formentera e Eivissa, pero que considera un lugar muy recomendable.

A lo largo del reportaje, la periodista va desgranando algunas de las joyas de Menorca. En el capítulo de playas, se gana una mención especial Es Talaier, así como el paseo hasta la cala desde la playa de Son Saura siguiendo el camí de Cavalls.

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En el artículo la periodista italiana consigue la difícil tarea de hacer un amplio repaso a algunas de las señas de identidad más destacadas de Menorca. Los apartados dedicados a Maó y Ciutadella comparten protagonismo con referencias a las avarcas, el especial encanto de los faros o joyas de la Reserva de la Biosfera como la Albufera de Es Grau. Un conjunto de pequeñas cosas que conforman según Varoli un corazón grande.