técnica. En un juego entre el no lugar, y el paso del tiempo, los espectadores se dejaron seducir por la magia y la técnica de la danza contemporánea - Gemma Andreu

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Los aficionados a la danza pudieron gozar ayer de un espectáculo único en el Teatre Principal de Maó. De la mano de Toni Mira, recientemente ganador del VIII Premio Nacional de Danza, y Claire Decreux los espectadores pudieron ver casi en primicia -sólo lo han interpretado una vez en Barcelona- el "En attendant l'inattendu".

Fueron 50 minutos en los que los dos bailarines unieron sus dos respectivos universos para seducir al público en una esencia única: la metáfora del paso del tiempo, de las vivencias que van marcando el presente y nuestras vidas.

"Dijimos que hablaríamos del tiempo, y el tiempo ha acabado haciendo el espectáculo", resumió el bailarín, minutos antes de empezar.

Y no menos poética fue la actuación del grupo de Nadine Gerspacher con "A 37,6". La pieza resultó una obra maestra de técnica en movimientos que desafiaron la gravedad con golpes de perfección. Una alegoría a la dictadura de la imagen, de la locura humana que acaba deviniendo más humanidad que locura.