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Jaime Mairata Laviña (Madrid, 1952) es licenciado en Derecho y en Ciencias Políticas y Sociología, abogado en ejercicio desde 1974 especializado en Derecho Mercantil, asignatura que imparte en la Universidad Rey Juan Carlos. Consultor de Allen & Overy, una de las firmas de abogados más importantes del mundo, su pasión es la toga, que se pone continuamente en la defensa de sus clientes ante los Tribunales de Justicia. Es autor de varios libros y numerosos artículos sobre Derecho Bancario y Derecho Concursal, y también sobre arte contemporáneo, del que es coleccionista y gran aficionado, en septiembre entrega su tesis doctoral sobre Antoni Clavé. Está en posesión de la Cruz Distinguida de primera clase de la Orden de San Raimundo de Peñafort y es Secretario General de la Fundación Ankaria, que este año ha patrocinado un Simposio Internacional sobre Arte Contemporáneo y un Curso sobre la Reforma de la Ley Electoral. Su abuelo, su padre, su mujer y sus dos hijos mayores han sido o son abogados. Enamorado de Menorca y del mundo rural, cría con su mujer Guadalupe caballos menorquines en "Ses Vinyes", un predio que compró en el Camí d'en Kane, en el término de Alaior. Es uno de los cinco ponentes del Foro Menorca Illa del Rei.

¿Cómo descubre Menorca, qué es lo que más valora y por qué invierte en la Isla?
Mi gran amigo y compañero José Ignacio Fanjul, que se había instalado en la Isla y hablaba y habla maravillas de ella, me encontró un predio en alquiler y me vine con mi mujer y mis cinco hijos, el pequeño con un año; nunca se lo agradeceré bastante. Tuvimos la suerte de entrar en barco en el puerto de Mahón muy de mañana y que nos estuvieran esperando dos menorquines encantadores, Paco Osuna y su mujer, Isabel, los dueños de Llucasaldent. La luz del puerto nos enamoró de Menorca; y Paco e Isabel, de su gente. De esto hace dieciséis veranos, y desde entonces venimos todo lo que podemos y, al menos una vez al mes, en invierno y en verano. Hace nueve años compramos un predio en un paraje privilegiado en el Camí d'en Kane, donde con la imprescindible ayuda de Nito Moll, el payés, somos un poco "abelleroles" porque tenemos abejas para obtener miel, hacemos las "porquejades" como antes se hacían, cultivamos la huerta y criamos caballos menorquines y ovejas autóctonas: nada rentable, por cierto, pero nos apasiona y nos ha servido para integrarnos aún más en la Isla. Este año Nito ha sido nombrado "caixer pagès" en las fiestas de Alaior, lo que para él es un honor y para nosotros una enorme satisfacción.

¿Cree que el campo ofrece suficiente aliciente para una vida profesional payesa?
El campo menorquín es un saco de sorpresas, una caja sin fondo en el que descubres algo nuevo cada día: espárragos, setas, caracoles, caza, la maravillosa modalidad de los "filats", que en la Península no conocemos, las marinas… Pero la vida del payés no es fácil y sin payeses no hay campo menorquín, no hay paredes secas ni animales, ni vacas ni queso, ni huertos ni marinas cuidadas, ni tantas cosas. Por eso hay que cuidar al payés, ofrecerle condiciones para que la vida en el campo le atraiga, disminuir la presión burocrática actual, que hace que los payeses parezcan escribientes; si eso se consigue, habrá payeses, habrá vida en el campo y permanecerá la nueva Menorca de siempre.

¿Qué recursos destaca del campo menorquín en particular?
Insisto en la importancia de la payesía. El modelo tradicional de explotación del campo en Menorca, los "amitges" o sociedad rural menorquina por la que el propietario pone la finca, el payés el trabajo y los resultados son a medias, es algo que no debe perderse, sino actualizarse y no con un cambio en los porcentajes de participación, que a la larga no conduciría a nada y la experiencia de otras zonas lo demuestra, sino con unas garantías de estabilidad económica para el payés y el establecimiento de unas condiciones que hagan atractiva la vida en el campo: viviendas dignas, accesos cómodos, comunicaciones y nuevas tecnologías.
¿Se imagina a un chico joven sin cobertura de móvil y sin acceso a internet? Si el campo se hace atractivo, muchos jóvenes lo elegirán como modo y como filosofía de vida.

El modelo rural de la Isla y su conservación medioambiental están íntimamente ligados, ¿es un valor añadido para la actividad agraria o es un obstáculo que impide la modernización y una mayor rentabilidad?
Modelo rural y conservación medioambiental son dos características y a la vez dos de los grandes atractivos de la Isla, a los que debe aplicarse el punto justo de equilibrio: si la balanza se inclina en exceso a favor del prurito medioambiental, lo hará en contra del mundo rural, y viceversa. Pero resultaría absurdo primar el medio ambiente en contra de unas condiciones de vida adecuadas en el mundo rural, porque entonces éste desaparecería como tal. Si un payés no puede vivir con su familia en el campo porque, por ejemplo, carece de una vivienda adecuada, y no dan permiso para reformar o construir, o no puede guardar su coche –que antes no había- en una cochera que le permita conservarlo en condiciones, pero que no dejan hacer, huirá del campo; y si un propietario no puede acomodar su casa en el campo y sus instalaciones a las necesidades y comodidades de la vida moderna, no invertirá en el campo: y ello repercute indudablemente en contra del mundo rural. Equilibrio y flexibilidad son imprescindibles para lograr esa modernización e intentar lograr al menos una mínima rentabilidad; lo que exige un compromiso y un esfuerzo importante de las Administraciones Públicas.Menorca es reserva de la biosfera, ¿cree que la declaración es conocida y valorada en el exterior?Aunque mis hijos dicen que no, yo diría que muchísimo, tanto en la gente de fuera que conoce Menorca como en la que no la conoce pero entre sus referencias positivas incluye la declaración de reserva de la biosfera, y eso atrae. Es algo así como una sugerencia y además un certificado de calidad, ahora tan necesario y tan de moda.