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El enclave de Calascoves es conocido principalmente por la existencia de las cuevas prehistóricas, que fueron utilizadas como necrópolis desde los siglos IX-VIII a.C. hasta el cambio de era, y por el fondeadero utilizado para el aprovisionamiento de agua y la descarga de mercancías por espacio de 1.000 años, entre los siglos V a.C. y V d.C. No obstante, un equipo formado por las universidades españolas de Granada y Barcelona y la italiana de Macerata se ha propuesto investigar científicamente el santuario existente en la zona y que comprende la Cova des Jurats y el Coberxo Blanc.

La campaña, que empezó el pasado lunes y se prolongará un par de semanas, está codirigida por los catedráticos Margarita Orfila y Marc Mayer, de las universidades de Granada y de Barcelona, respectivamente, y por Giulia Baratta, profesora de la Università degli Studi di Macerata. La intervención arqueológica en la Cova des Jurats, también conocida por la Cova de l'Església, y en el Coberxo Blanc, consiste en las labores de limpieza, el levantamiento de la planimetría y el sondeo de la Cova des Jurats, así como los trabajos de calco de las inscripciones rupestres de la citada cueva, al haber aparecido nuevos fragmentos desde que el Museu de Menorca promovió una actuación similar hace 30 años.

Margarita Orfila señala que hasta la fecha no se ha dado importancia a la ubicación de estas inscripciones, que se localizan en la entrada de una gruta de 26 metros de profundidad, nueve de anchura y más de 15 metros de altura. El proyecto que ejecutan las tres universidades es la realización de un pequeño sondeo en la mencionada gruta, para disponer de una estratigrafía de la zona o como mínimo un abanico cronológico, el levantamiento de la planimetría y el estudio exhaustivo de las inscripciones. La intervención también incluye el estudio del Coberxo Blanc, una zona que está a unos 40 metros de distancia de la Cova des Jurats que presenta una inscripción y unas estructuras talladas en la roca.

Marc Mayer asegura que las inscripciones de la Cova des Jurats están datadas entre los años 150 y el 214 d.C. y se realizaron en torno de unas mismas fechas, lo que induce a pensar que se trataba de un mismo ritual. La práctica de este ritual se realizaba una vez al año, comprobable al disponer de dataciones anuales de los cónsules romanos, y también están registrados los magistrados locales que seguramente eran de la ciudad de Mago, el actual Maó. Los primeros estudiosos de las inscripciones se dieron cuenta de la repetición de determinadas palabras, hecho que podría dar con la clave de estas inscripciones. De hecho, entre las dataciones de Roma y la de Mago hay unas expresiones, cuya interpretación podrá determinar el tipo de ritual y las características de la ceremonia. Mayer recuerda que las inscripciones están vinculadas al "aedes" o santuario, que podría ser la cueva misma o las bases de gran tamaño para esculturas que están en sus proximidades. Opina que un primer ritual correspondería a un momento del año, coincidiendo más o menos con el inicio de la actividad del fondeadero, y se realizaba con la participación de los magistrados locales. El estudio de las inscripciones, la limpieza de las bases de las esculturas y, sobre todo, la cata que se realizará en el interior de la cueva proporcionará la información precisa sobre a quien estaba dedicado este santuario y a qué divinidad se dirigía el ritual. Mayer recuerda que Jaume Joan, de la Universitat de Barcelona, ha sugerido que se trataría de un ritual referido a la fundación de Roma, una fiesta conocida como la "Parilia". Este hecho tendría una gran importancia, puesto que se trataría de una de las pocas referencias, sino la única, en la que se encuentra la celebración de la fundación de Roma en una provincia romana alejada, no tanto por la distancia geográfica sino por su ubicación en una isla pequeña.

Mayer señala que, además de puerto, Calascoves también servía de refugio para las embarcaciones, cuyos marineros acostumbraban a colocar exvotos al alcanzar sanos y salvos tierra firme. Estos exvotos podían ser inscripciones en la roca, como se han encontrados en varias islas griegas, o esculturas. Calascoves podría enmarcarse en este último caso, donde se han localizado unas bases cuadradas, con unos elementos de fijación.

Por su parte, Giulia Baratta señala la importancia de llevar a cabo esta intervención arqueológica en Menorca, que formaba parte de una de las provincias occidentales del Imperio Romano. Asegura que Balears mantenía una relación comercial y cultural muy estrecha con Italia y, sobre todo, con Cerdeña. Baratta precisa que no sólo se conservan inscripciones incisas en la roca sino también aparecen textos pintados sobre la superficie rocosa. Señala la importancia de encontrar la relación entre la gruta y la pared con las inscripciones y las bases talladas en la roca. Además, aún no se conoce con certeza si el santuario era utilizado sobre todo por los habitantes de la Isla, por los que arribaban por el mar, o por ambos a la vez.

El equipo está formado por estudiantes de la Universidad de Granada y dos doctorandos italianos de la Universitat de Barcelona.