martín. La menorquina junto a su marido, Tim, al que conoció durante un viaje a Madrid - A.m

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Con su hijo recién nacido en los brazos, Ausi Martín Bosch (Ciutadella, 1980) aterrizó en Düsseldorf el 11 de enero de 2007. Un frío intenso la recibió al llegar a la ciudad, donde la esperaba su marido, Tim, originario de Bonn. El matrimonio se instaló en la capital del estado de Renania del Norte-Westfalia hasta que, hace tan sólo nueve meses, se trasladaron a un pequeño pueblo llamado Korschenbroich, a tan sólo 15 kilómetros de Düsseldorf.

Su marido es de origen alemán. ¿Cómo lo conoció?
Yo trabajaba de esteticista en Ciutadella y, durante los meses de invierno, realizaba diversos cursos de formación. En abril de 2005 hice un curso de masaje tailandés en Madrid, donde vivía mi hermano. Fue él quien me presentó a mi marido, que trabajaba con él en una empresa del sector informático. Tim es de Bonn pero llevaba dos años viviendo en Madrid y anteriormente había estado en Mallorca, Londres y Suecia.

Pero tuvo que volver a Menorca...
Volví a la Isla un tiempo, pero la distancia se nos hizo muy difícil y al final lo dejé todo para irme a vivir con él. No me asusto la idea de salir de Menorca, mi padre es extremeño y cuando éramos pequeños íbamos cada año a ver a la familia. Seguramente por eso yo siempre he necesitado salir de la Isla cada cierto tiempo, me agobiaba si no viajaba fuera de Menorca una vez al año.

¿La experiencia fue positiva?
Mucho. La experiencia de vivir en una ciudad grande fue muy buena, aunque yo ya había vivido anteriormente en Barcelona, donde estudié un módulo de grado medio de estética En Madrid encontré trabajo como comercial y asesora técnica para una firma de cosmética. La verdad es que el año y medio que estuvimos allí fue fenomenal.

¿Que les llevó hasta Düsseldorf?
A mi marido le ofrecieron la oportunidad de trabajar en la sede central de la empresa, en Düsseldorf. Coincidió que yo me quedé embarazada de Tim, mi primer hijo, y decidimos marcharnos a Alemania.

Pero Tim nació en Menorca...
Sí, mis dos hijos han nacido en la Isla. Me asustaba el hecho de dar a luz en Alemania porque no conocía el idioma y, además, quería estar cerca de mi familia. Tim nació en diciembre y, tras pasar las fiestas navideñas en Menorca, el 11 enero de 2007 me fui hacia Düsseldorf. Mi hijo sólo tenía tres semanas de vida cuando cogió su primer avión. Todo el mundo me decía que era una locura pero yo me armé de valor y lo hice.

¿Cuál fue su primera impresión al llegar a Alemania?
En el mismo avión conocí a una chica sevillana que había pasado por una experiencia similar a la que yo iba a vivir. Ella me explicó cómo se desenvolvió los primeros meses en Alemania sin conocer el idioma y, de alguna manera, me ofreció el apoyo moral que necesitaba. Recuerdo que al llegar a Düsseldorf hacía muchísimo frío y yo llevaba sólo un poncho. Venía de Menorca, donde a pesar de ser enero hacía muy buen tiempo. El frío y la nieve, que nunca había visto, fue lo que más me sorprendió al aterrizar en Alemania.

¿Cómo se desenvolvió los primeros meses sin hablar alemán?
Fue duro. Recuerdo que durante la primera revisión pediátrica de mi hijo no comprendía nada de lo que me decía el médico, era como si me hablara en chino. Si me hubiera dicho que Tim tenía alguna enfermedad no me hubiera enterado. Mi marido trabajaba y no podía acompañarme a hacer gestiones ni al médico, así que iba con mi suegro, con el que me entendía en inglés.

Supongo que poco a poco se comenzó a defender con el idioma..
Sí. Aquel invierno abrigaba a mi hijo hasta que parecía un muñeco Michelín y salía a pasear por la ciudad con el objetivo de conocer la zona y aprender los nombres en alemán de las verduras, las frutas y otros productos imprescindibles que tenía que comprar. En Alemania no puedes llevar a los niños a la guardería hasta los tres años y como mis suegros viven en Bonn, a cien kilómetros, y no conocía a nadie en Düsseldorf, no podía dejar a Tim en ningún sitio y, por tanto, no tuve la oportunidad de hacer ningún curso para aprender el idioma.

Entonces, tampoco podía buscar trabajo...
No. Durante tres años me he dedicado totalmente a cuidar de mis hijos. Un día estaba en el supermercado con mi hijo Tim y al ver a otro niño estiró la mano como si quisiera tocarlo. Nunca había visto a otro bebé y eso me resultó muy duro. Por eso me apunté a un "spielgruppe", una especie de grupo de juegos para niños donde las madres también se reúnen. Allí conocí a Rocío, que hoy es una de mis mejores amigas. Ella nació en Alemania pero sus padres son españoles y siempre me ha ayudado mucho, es como mi hermana.

¿Resulta complicado crear un círculo de amistades en Alemania?
Sí. Al ser un clima frío la gente también es más fría. Es cierto que cuando haces un amigo en Alemania es para toda la vida, pero la verdad es que cuesta crear un círculo de relaciones sociales. De algún modo, la vida es más solitaria porque, sobretodo durante el invierno, la gente está mucho en casa. Por el contrario, cuando sale el sol todo el mundo sale a la calle.

¿Hay alguna costumbre que todavía hoy le sorprenda?
En un primer momento, me sorprendió mucho que la gente no se diera dos besos para saludarse, sino que se dan la mano. Con el tiempo, me he acostumbrado y ahora me ocurre que, cuando estoy en Menorca, tengo que pensar que aquí sí que se saluda con dos besos.

Poco tiempo después de instalarse en Alemania decidieron tener un segundo hijo, ¿no es así?
Sí, mis hijos se llevan sólo 18 meses y son como uña y carne. Adrián también nació en Menorca porque en aquella época mis suegros estaban fuera de Alemania y no teníamos con quien dejar a Tim mientras estuviera en el hospital. Además, nos hacía ilusión que nuestros dos hijos nacieran en la Isla.

¿En qué zona de la ciudad viven?
Hace tan sólo nueve meses nos mudamos a Korschenbroich, un pueblo que pertenece a la ciudad de Neuss pero esta a 15 kilómetros de Düsseldorf. Hasta ahora vivíamos en un piso y yo, acostumbrada a vivir en Ciutadella, necesitaba vivir en una zona más tranquila. Además, queríamos darles a nuestros hijos más calidad de vida y en Korschenbroich es posible. Tenemos una casa con jardín y podemos ir a pasear a un bosque. Estamos fenomenal y, si queremos, tenemos la oportunidad de coger el coche e ir a una ciudad más grande.

¿Qué idioma hablan en casa?
Mi marido y yo siempre hemos hablado en español porque él lo domina perfectamente. Mis hijos son totalmente bilingües: con su padre hablan en alemán y conmigo español. Incluso ahora empiezan a aprender menorquín porque pasamos mucho tiempo en Menorca.

¿Visitan la Isla regularmente?
Sí. Mis hijos y yo venimos a Menorca cada tres meses más o menos. Quiero que mis padres vean a los niños lo máximo posible y que ellos aprendan las costumbres españolas. Además, el próximo día 14 inauguramos en la calle Lepanto, 24, de Ciutadella un centro de fotodepilación con tarifa plana en Ciutadella y a partir de entonces vendré a Menorca una vez al mes.

¿Cómo surgió este proyecto?
He cuidado a mis hijos muy a gusto durante tres años pero siempre me había picado el gusanillo empresarial, y gracias al apoyo de mi marido opté por abrir un negocio de fotodepilación en Menorca. Tras informarme mucho me decanté por la franquicia D-pílate porque es la única que ofrece fotodepilación en pieles bronceadas. En Mahón hay uno y trabajaremos conjuntamente. La fotodepilación era una técnica muy cara y nosotros ofrecemos una tarifa plana de 30 euros la zona, con lo cual es algo interesante.

¿Por qué en Menorca?
En Alemania la gente no está tan concienciada en el tema de la depilación como en España. De todas maneras estamos estudiando el mercado para conocer las necesidades del público porque, en un futuro, nos gustaría abrir alguna franquicia también en Alemania. La verdad es que estamos muy motivados y con ganas de ofrecer un gran servicio. Queremos llegar al público con un precio asequible y, por ello, salimos al mercado con una promoción de cera en piernas enteras, ingles y axilas por tan sólo 20 euros la sesión.

¿Se plantean la opción de instalarse en la Isla?
De momento no, aunque no descartamos la posibilidad. Echo mucho de menos a mis padres y a mis hermanos, la paella de los domingos en casa de mis padres con mi hermana, mi cuñado y mis sobrinos y ver el mar… Mi marido adora Menorca tanto como yo, así que quien sabe que nos traerá el futuro.

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