Negocios. Logran subsistir con bajísimos niveles de rentabilidad - Gemma Andreu

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Si el vídeo mató a la estrella de la radio, al videoclub se lo está cargando la línea adsl. El que antaño fuera uno de los negocios más boyantes del sector del ocio lleva ya unos años de capa caída y las tiendas dedicadas al alquiler de películas están desapareciendo poco a poco.

En la Isla actualmente están operativos una decena de videoclubs, pero el panorama ha cambiado mucho en los últimos 25 años, ya que según recuerdan quienes han logrado aguantar el tirón gracias a las reservas de la época dorada, en Ciutadella llegó a haber 25 negocios y en Maó 17. Hoy, entre ambas ciudades hay cinco videoclubs.

Las causas parecen claras. Si a la crisis actual se le suma el efecto termita provocado, en distintas formas, por la piratería, el resultado del cóctel hace que muchos negocios sean ya casi insostenibles.

Llorenç Florit tiene un videoclub en Maó (sólo hay dos en el municipio) desde hace 23 años y reconoce que ahora sólo queda aguantar el temporal, es decir, que mejore la coyuntura y que el Gobierno actúe contra las descargas ilegales en internet. Explica que el negocio actualmente es "deficitario" y que si aguanta todavía es por la renta que queda de "los buenos años", que poco a poco se va diluyendo.

Carol Florit lleva 25 años al frente de un videoclub y dice que la crisis "no ayuda", pero a veces se produce lo que los expertos llaman el efecto refugio, es decir, a las familias con menos medios económicos les resulta más barato pasar la tarde en casa viendo una "peli" que saliendo a cenar o al cine. En ese sentido, Carlos Grande, gerente de Aevideo, asociación nacional de empresas de vídeo, reconoce que el sector siempre se benefició de las épocas de crisis, pero no en esta ocasión. "El videoclub cada vez es más barato, pero bajar películas de la red resulta gratis. Y con la crisis, el número de líneas de adsl no se ha reducido", apunta.

Florit estima que respecto a hace cinco años el volumen de alquileres ha descendido en torno a un 60 por ciento, y reconoce que si logra sobrevivir es gracias al perfil de usuario formado por las parejas jóvenes, de entre 30 y 40 años, y con hijos. Al menos, reconoce que en Menorca tienen una ventaja, ya que "no sufrimos la competencia desleal de los manteros".

En Ciutadella, la familia Borràs lleva casi 30 años al frente del negocio. Han vivido la época dorada y ahora se tiene que conformar con cubrir gastos y sacar dinero para seguir adquiriendo títulos. Comenta una de las encargadas, Maria José, que la cosa "está difícil", y que a la crisis y la piratería también hay que sumar otro gran elemento en contra: "el fútbol nos hace mucho daño. El día que hay partido lo notamos mucho". Su hermana Natalia añade que en los tiempos que corren sacar rentabilidad a las copias ya no es una tarea sencilla, más aún cuando muchos periódicos prácticamente regalan las películas pocos meses después de su estreno. "Los tiempos de alquilar 250 películas en un fin de semana ya han pasado a la historia", confiesa resignada.

Pero en aquellos tiempos de esplendor, las ganancias permitieron a la familia Borràs extender el negocio a Ferreries. Sin embargo allí no pudieron aguantar la crisis que se avecinaba, y hace unos años tuvieron que cerrar. No obstante, hay clientes fieles capaces de conducir 30 kilómetros para alquilar una cinta. En poblaciones cercanas como Es Migjorn o Es Mercadal, los videoclubs también son ya negocios de otra época.

Nuevos tiempos

Desde Aevideo, su gerente confirma que desde 2004 el volumen de negocio ha descendido cerca de un 60 por ciento, algo que ha afectado a todos los eslabones de la cadena, incluidas las grandes empresas distribuidoras a nivel nacional e internacional. Grande figura entre quienes opina que la técnica se impone, pero en cambio sostiene que los videoclubs tradicionales pueden convivir con las nuevas tecnologías. Ahora no se trata de si la cinta es VHS, Beta o 2000; o laser-disc, DVD o blu-ray, ahora el videoclub está en casa.

Y es que el catálogo de películas para alquilar a través de las plataformas de televisión de pago sigue creciendo y precios muy competitivos. A juicio de Grande, internet está suponiendo la debacle, y esto sólo se puede salvar si quienes gobiernan "ofrecen seguridad jurídica y lucha contra la piratería".

Desde la SGAE, su responsable de comunicación de la zona mediterránea, Agnela Domínguez, sostiene que la situación es "muy delicada". La sociedad de autores, que cobra cada mes una tasa de 36 euros a cada uno de los videoclubs, ha firmado convenios de colaboración con patronales del sector para capear el temporal. Los datos recogidos en la última memoria de la SGAE hablan por sí solos: en España se descargaron el año pasado 473 millones de películas, un 34 por ciento más que en 2008, y de ellos sólo 12,7 de los archivos fueron legales.