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Autoficha
Me llamo José Antonio Sánchez Pons (a la izquierda en la foto) y tengo 48 años. Estoy casado con Balbina, a la que vi, conocí con 15 años y supe que era la mujer de mi vida. Tenemos tres hijos: Alexis, Bruno y José Luis. Soy maestro de judo y defensa personal, y también jardinero. Mis aficiones son hacer puzzles y la fotografía. El judo es mi pasión y tengo la suerte de compartirla con mi familia.

¿Cuándo y cómo nació su afición por el judo?
Me inicié en el judo a los 9 años, con un libro, una manta haciendo de tatami y mi hermano Juan Luis. Mi interés por las artes marciales vino por la serie de televisión "Kung Fu" con David Carradine y al ir a inscribirme para hacer karate me dijeron que hasta los 14 años no podía empezar, por lo que me decanté por el judo. Mi primer kimono me costó 300 pesetas y pedí pagarlo en dos plazos.

Usted fue el primer cinturón negro de Menorca y dice que toda su familia practica judo.
Sí, en 1986, al nacer mi primer hijo, dejé la práctica del judo hasta que, en 1995, retomé las prácticas enseñando a un grupo de niños encabezado por mis dos hijos. En el 2002 realicé el curso de entrenador regional en Madrid, y en el año 2004 hice la maestría en Guadalajara. En la actualidad, soy cuarto dan; mi esposa Balbina es segundo dan; mi hijo Alexis es árbitro nacional y segundo dan; Bruno es tercer dan y el único judoka doble medallista en los Island Games; y mi tercer hijo, José Luis, es cinturón marrón. Como se puede ver, toda la familia sentimos pasión por el judo, lo cual es bueno porque compartimos muchos momentos.

También se dedica a la defensa personal y, de hecho, este mes de noviembre ofrece clases gratuitas para mujeres, ¿cree que es una actividad que cada vez se demanda más?
Sí. Dentro de la tranquilidad que ofrece Menorca, lo cierto es que algún problema hay. La mujer puede ser víctima de las frustraciones del hombre y la defensa personal te permite escapar del problema, evitar que se consume la agresión. Esta semana hemos empezado con las primeras clases y hemos contado con bastantes mujeres, la mayoría de 30 a 40 años. Enseñamos a repeler esas agresiones directas como tirones de bolso, agarres de muñeca o pelo... Con ciertos puntos de presión podemos anular el ataque y escapar.

Además del judo, dedica algunas horas a la jardinería. ¿Qué le atrae de esa profesión?
Antes de dedicarme al judo, era monitor de jardinería con personas discapacitadas. Fue una experiencia muy buena. La jardinería me gusta porque estás en contacto con la naturaleza.

¿Qué planes de futuro tiene?
Seguiré viajando a Madrid dos o tres veces al año para realizar cursos porque hay que reciclarse que, si no, nos estancamos. Por lo demás, me gustaría ir de viaje con la familia y amigos. Ahora estamos entre Jordania o la Riviera Maya. Aunque me jubile, seguiré practicando judo porque se puede hacer aunque sea sin competir.