la obviedad. Magdalena Vinent opina que nadie debería cuestionar la propiedad intelectual - Javier

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Magdalena Vinent Gener (Maó, 1950) viene ocupando la dirección general del Centro Español de Derechos Reprográficos (CEDRO) desde el año 2000. A final de octubre, la Asamblea General de la International Federation of Reproduction Rights Organisations reunida en Boston aprobó un segundo mandato de dos años como presidenta de este organismo.
Filóloga de formación, con plus de documentalista, Vinent pertenece al cuerpo facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos. En su carrera profesional Vinent se ha desenvuelto en el mundo de la cultura y, de manera muy específica, en el ámbito de las letras. Como alta funcionaria ha desempeñado cometidos de gran relevancia en la Subdirección General de Coordinación Bibliotecaria del MEC y, dentro de ese orden retrospectivo, en la Dirección Técnica de la Biblioteca Nacional, la Dirección Cultural del Instituto Cervantes y del Centro de las Letras Españolas o como jefa de Servicio de Bibliotecas y del Libro de la Comunidad de Madrid.

No cabe duda de que las páginas de su vida remiten a un mundo de saber y creación. Su empeño, su reto y su desafío presente y futuro apuntan a la defensa de las fuentes donde tienen origen las producciones literarias o científicas. Expresado en otros términos, esta mahonesa encabeza y lidera la lucha por la defensa de los derechos de autor en los tiempos convulsos y confusos donde el uso y la apropiación de producciones de cualquier tipo (musicales, narrativas, cinematográficas o de ocio) es, paradójicamente, una moneda común que hurta a otros el que hubiera de ser justo rendimiento por su trabajo.
Hay tarea.

¿Cómo llega a su actual responsabilidad?
En el año 2000, el CEDRO contactó conmigo y me ofreció la dirección de este organismo. A mi, que llevaba toda mi vida en la Administración, donde me parecía que ya no me quedaba mucho por explorar, me pareció un reto interesante, que llegaba en un momento oportuno.

¿Un anillo al dedo?
Siempre he estado en el mundo de los libros y desde el trabajo en el Ministerio orientado a la promoción de autores pienso que la propiedad intelectual es importante para los autores, pero también como base de la creatividad y la innovación. Me pareció un reto importante, aunque no podía imaginar que ese reto estaría tan acompañado de problemas como se ve ahora, sobre todo en España.

El CEDRO ¿es una entidad privada?
Sí, aunque está tutelada por el Ministerio de Cultura, ya que para actuar como entidad de gestión ha de estar autorizada y cumplir una serie de condiciones legales. Es una asociación de autores y editores de libros y periódicos, que tiene casi unos 20.000 socios, entre ellos unos 18.000 escritores y traductores. Se creó en 1998, aunque funciona de forma efectiva desde 1993.

¿Sería comparable a la Sociedad General de Autores de España (SGAE)?
Prefiero que no se compare. El sector del libro tiene una gestión muy distinta. Lo que es la explotación primaria del libro o de la revista la hace el editor, después de haber llegado a un acuerdo con el autor y firmado un contrato. Pero, desde hace unos años hay la explotación secundaria: la tecnología permite hoy las reproducciones masivas de partes de libros (capítulos, artículos…). Es una práctica frecuente que el editor no puede controlar ni le resultaría rentable. Tras las fotocopiadoras surgieron las entidades de gestión en los países más desarrollados. El mundo se ha complicado mucho e intentamos ver cómo nos adaptarnos.

Su cargo y lo que conlleva la ha vuelto muy mediática, ¿tendrá que empezar a pedir derechos de imagen?
(Jajaja). Y además me acaban de reelegir por dos años más presidenta del IFRRO.

¿Una enhorabuena?
Es muy interesante porque estamos adaptando todas las estructuras del pasado al mundo digital. Es un momento privilegiado que vivo como una oportunidad, aunque en el camino hay muchos obstáculos.

Visto desde fuera su batalla parece titánica…
¡Pues yo lo veo tan obvio! Y si no estuviéramos tan mediatizados por el ambiente general y el que crean las redes… nadie cuestionaría la propiedad intelectual, como no se cuestiona en otros países más desarrollados.

¿Spain aún es diferente?
Es que es increíble, aquí todo el mundo lo quiere todo gratis. No tiene ningún sentido. Esto parece un laboratorio, en el que confluyen muchos intereses contrapuestos, pero creo que al final se impondrá la razón. No puede ser que se paguen disparates por tecnología, por conexiones a líneas, por mantenimiento de hardware, y no querer pagar los contenidos que es lo que da sentido a todo.

¿Qué propone?
Tanto desde CEDRO como desde las 128 entidades de gestión asociadas a IFRRO buscamos fórmulas que garanticen el acceso fácil por el usuario. Empresas, universidades, grandes centros, bibliotecas hacen usos masivos. Para el uso privado está la copia privada. Pero, para esos entornos, que hacen miles de copias de miles de obras, debe ser una gestión colectiva la que les pueda autorizar ese uso. Si no, es inviable. Hay que ponerlo muy fácil, con ayuda de una tecnología que aún hemos de adaptar.

En cuanto al uso que se hace de la propiedad intelectual, ¿es éste un país de barra libre?
Justo. Y está claro que todo tiene un coste, aunque otra cosa sea ver quién lo paga. Si los autores no van a estar retribuidos y a los editores no se les quiere pagar… aquí hay algo que no funciona.

Después vendrá el coste del coste. ¿Cuáles son los riesgos de esta escalada?
Sin duda nos conduce a un empobrecimiento. No pensemos sólo en el escritor narrativo, sino en el autor científico, en el de la obra técnica, que un país necesita para innovar y crecer. Y si no, vamos a tener que comprarlo todo fuera, a los americanos, a los alemanes, a los franceses, que son más cuidadosos con la propiedad intelectual y nos van a vender toda la creatividad que aquí no hemos sabido proteger.

¿La creación no puede ser, por definición, altruista?
El escritor tiene todo el derecho a regalar lo que quiera, pero nadie tiene derecho a quitárselo.

¿Algunos están siendo tratados como mecenas a la fuerza?
Eso es. Y nosotros defendemos el derecho del autor a decidir. Es lo legal y lo justo. Y dicho eso, hay que hacer compatible que la educación y la sociedad y la cultura tengan acceso a ese producto. No veo por qué nadie espera que el constructor de una escuela la edifique gratis y sin embargo, el que aporta los conocimientos no está retribuido.

Si yo me meto en Google, para inspirarme en mi entrevista, ¿estoy actuando mal?
No. Google es un buscador maravilloso al que todos recurrimos. Es una de las grandes ventajas que nos ha aportado internet. El problema no es Google, el problema es que haya contenidos no autorizados. Si son abiertos no veo problema. Pero sí lo habría en páginas web de contenidos pirata.

En España hay un laboratorio de observación de la piratería…
Hay una coalición en el que estamos los sectores de la música, el video, el cine, el libro y el videojuego que ha creado ese observatorio para intentar impulsar medidas legislativas.

¿Y qué vislumbra el laboratorio?
Que España es el país más pirata de Europa. Pero ése no es un problema nuestro, es un problema del Estado. Nosotros podemos impulsar, pedir, denunciar, pero… el Gobierno y el poder judicial tienen que actuar. ¿A dónde va un país que no protege a sus creadores?

¿Encuentran oídos que les escuchen?
Poco a poco, muy poco a poco. El CEDRO como las demás entidades asociadas del mundo, lo que hacemos es proveer de acceso legal, buscar fórmulas fáciles, negociamos tarifas…

¿Hablamos de costes simbólicos?
Tan simbólico, no, pero tampoco caro.

Un ejemplo que ilustre…
En Universidad, nuestra tarifa para intranets estaría en 5 euros por alumno al año. Eso es, unos 50 céntimos al mes. No creo que sea un disparate. Para academias regladas, está entre 2 o 3 euros por alumno/año. No creo que eso descalabre a nadie.

En propinas gastamos más. ¿Los usuarios/beneficiarios lo entenderían?
Es que en España se entiende mal.

¿Tal vez se confunde el derecho a la cultura con el derecho al gratis total?
Esa es la confusión. Nosotros propugnamos "Free culture, but not for free". (Cultura libre, pero no gratis).

Unos 20.000 asociados…
Sí y tenemos convenio con otros 35 entidades gestoras del mundo con lo cual el usuario, una universidad o empresa, suscribe nuestra licencia, prácticamente está habilitado para reproducir cualquier obra de esos países. Nuestro repertorio es de millones de obras, no sólo españolas.

¿Ha habido algún punto de inflexión que provocara una "oleada" de afiliados?
Ahora mismo esto está muy sostenido. Hace tres años nuestra recaudación fue muy alta y ahora lo que funciona es el boca-oreja. Tenemos a casi todos los editores, hemos entrado en el sector de la prensa…

¿Qué se puede proteger de la prensa?
¡El press-giving!

¿Y eso es…?
El seguimiento de una empresa o de sus competidores en los periódicos.

Resúmenes de prensa, informes…
Eso es mucho dinero. Hasta hace poco por el sistema legal no era posible gestionarlo y ahora vamos pudiendo hacer algo. De los grandes, sólo nos falta Vocento.

Sobre la recaudación a la que aludía, ¿es una bolsa común o cada uno percibe según el uso que se ha hecho de lo suyo?
Las licencias generales se cobran un global. Lo que viene por copia privada, el famoso canon, también. Tratamos de hacer estudios estadísticos para ver en qué proporción ciertas obras son más usadas que otras.

Por tanto, hacen un reparto aproximado…
Milimetrado sería imposible. Pero tenemos otro tipo de licencias, en aumento, referidas al uso de obras concretas. En el mundo digital es mucho más fácil y pagamos directamente a cada autor y a cada director, porque sabemos exactamente lo que se ha reproducido. En el ámbito digital estamos tendiendo a que nos hagan un reporte ya que deja traza.

Uff, un poco de lío
Es complicado, pero tratamos de que el que es "reproducido" reciba la compensación, porque con la estadística pasa aquéllo de los pollos.

Antes se hablaba de fuga de cerebros, de persistir la tendencia actual ¿podría darse la fuga de creadores?
Es un riesgo real. Conozco editores que se plantean ir a editar a Miami. La industria del libro y de las revistas se basa en la propiedad intelectual. Ésa es su materia. Si no se protege, tiene los pies de barro porque además, en estos momentos, ya tiene que afrontar el paso a la era digital. Y aquí vemos que se protege más a la industria tecnológica, que es de fuera. Es un momento preocupante.

Un googleito me ha dicho que tienen un proyecto, Arrow…
Es un proyecto que nos financia la UE, para crear una base de datos sobre cada obra: quién es el titular, quién tiene los derechos, si está en dominio público o no y si es huérfana.

¡Obras huérfanas!
Son las que no se conoce o no se puede localizar a su autor o que ha desaparecido la editorial y que a lo mejor no han vendido su fondo a nadie. Cada país creará un registro…

¿Con idea de prohijarlas?
Ésa es la idea: que la entidad de gestión pueda conceder licencias sobre esas obras a la vez que busca a los titulares. Es nuestra propuesta a los Estados.

Tendrán que armonizar la legislación
Algunas directivas son comunes pero es verdad que hay demasiadas diferencias de aplicación entre países. Mientras tanto, la red circula.

¿Cuánta vida tiene un derecho de autor?
Hasta setenta años después de fallecido éste.

No falta quien interpreta que hay avaricia o codicia en los descendientes que reclaman derechos de un autor difunto…
Y en cambio nadie discute que puedas dejar un piso a tus nietos y que esa propiedad vaya traspasando generaciones.

El libro electrónico no parece que prenda…
Según lo último que he leído, no llega al diez por cien. Lo cierto es que está aquí y aunque se me hace difícil predecir el futuro, lo que sí creo es que en cualquier caso la edición papel y la electrónica van a coexistir cierto tiempo. El formato de papel es tan bueno, en portabilidad como en manejabilidad, que no sucumbirá fácilmente. Ahora, en bases de datos, enciclopedias, etc, el formato digital se va imponiendo.

Lo que importará va a ser proteger la industria del contenido
Claro, el formato es lo de menos.

¿Qué decir de los sistemas e-learning?
¡Que nuestras licencias son fantásticas! Por ejemplo, la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), tiene todos sus usos cubiertos por nuestras licencias. Todos los usos de las obras son legales. Es una universidad muy seria en ese sentido, no se ha querido arriesgar a hacer las cosas mal.

La UOC es privada…
Lo que hace en catalán está subvencionado por la Generalitat y tiene consideración de público. En castellano, es privada.

La pregunta iba a ser si se "portan" mejor las privadas que las públicas…
Igual. La UNED, por ejemplo, sólo tiene licencia de fotocopias, aunque hacen menos uso digital y ahora está transformándose. Ahora estamos en conversaciones con la Conferencia de Rectores de Universidades, la CRUE, para ver si de una vez cubrimos todas las universidades.

Y, ¿son razonables los rectores?
(gestos) Espero que sí lo sean, porque tienen que ser conscientes de la importancia del derecho. Estamos negociando, además con la mediación del Ministerio de Cultura.

¡El Ministerio tendría que verse comprometido con la obediencia a la ley!
No puede ser que estén todas las universidades públicas, con todas las intranets llenas de material protegido y que sólo haya licencias en casos muy contados. Pongo como ejemplo la perla de la UOC o del Instituto de Empresa, que es privado y cumple.

¡Pero es que las universidades también son centros productores!
¡Claro! Y muchos de sus profesores son socios nuestros. Lo más divertido es que los servicios de publicaciones de muchas universidades son socios nuestros y reciben la compensación.

O sea, copiones somos todos.
Lo que no puede ser es que quieran recibir compensaciones como propietarios intelectuales y no pagar como usuarios de la propiedad de otros.

¿Qué volumen de ingresos mueve CEDRO?
Llegamos a tener 37 millones de ingresos. Pero hemos tenido un bajón de un 40 por cien por la bajada de las tarifas. El pasado año estuvimos en 24 o 25 millones. Según nuestros estudios, entre 35 y 40 millones sería lo razonable y es a lo que hay que tender. Viene a ser menos de un euro por persona.

¿Cuál es la producción nacional?
Altísima, el año pasado 75.000 obras. La industria editorial española es tercera de Europa y quinta del mundo.

¿Por la potencia del idioma?
Sin duda, pero con el portugués, Brasil supera a Portugal. Es decir, somos una industria culturalmente muy potente, que no se puede dejar perder.

El riesgo de que la producción didáctica se desanime por falta de compensaciones parece muy grave.
Porque ahí nadie va a invertir y si acaso te la van a suplir desde otros países imponiendo sus criterios y su mentalidad.

¿Por dónde tiramos?
Trabajamos otro aspecto que es la ayuda a los autores y traductores la promoción de actividades culturales, que se financia con el 20 por cien de la copia privada, el famoso cánon. A los autores les es muy útil. No hay más.

Sobre el canon…
Esperamos la sentencia del Juzgado de Barcelona, tras el informe evacuado por el tribunal de Luxemburgo que deja claro que cuando un país autoriza una copia tiene que establecer un mecanismo de compensación para el autor.

Entre tanta confusión, ¿las nuevas generaciones van a crecer también en el uso y quizás abuso de la propiedad intelectual?
Nosotros tenemos un par de programas educativos porque pensamos que ahí se puede hacer mucho. Tenemos un programa llamado "Educar para crear", con el fin de que se incluya en los currículos estos aspectos. Porque a veces, el desconocimiento… Y tenemos un concurso nacional que se llama ¡Es de libro!, porque lo es.