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Hartos de que se les señale con el dedo acusador cada vez que de contaminación por nitratos se habla, agricultores y ganaderos menorquines están cansados de advertir a las administraciones de que la responsabilidad sobre la salud de los acuíferos no les corresponde únicamente a ellos. "Hay muchos más focos de contaminación pero por rutina siempre se nos acaba echando la culpa a nosotros", sostiene Guillermo de Olives.
La opinión del presidente de AGRAME, de la Asociación de Explotaciones Agrarias de Menorca, es compartida sin fisuras por sus colegas de Unió de Pagesos, Federación Agrícola y Ganadera de Menorca, FAGME, y Agropecuària i Recursos Naturales, AGRENA. Por ello el decreto de determinación y delimitación de zonas vulnerables por la contaminación por nitratos procedentes de fuentes agrarias no ha caído bien en el campo menorquín.

Los responsables de las organizaciones agrarias en su repaso a la delimitación realizada por el Govern hacen notar que el mayor riesgo de contaminación por nitratos se corresponde con zonas de bosque y con zonas urbanas donde el número de explotaciones es muy pequeño, o incluso inexistente. "Pese a ello, parece que siempre somos culpables los payeses y no es así", remarca Manel Martí, de Unió de Pagesos.

Sentir compartido, por tanto, y, por ende, reflexión común expresada por los representantes de las organizaciones consultadas. "¿Qué pasa con los huertos, con los hortales, con las depuradoras que no acaban de funcionar de forma eficiente y que vierten a los torrentes, con los chalés, las urbanizaciones, las fugas en las redes municipales?", plantean De Olives, Martí y Pau Bosch.

Este último, presidente de FAGME, reconoce que en otros tiempos los payeses podían tener más "culpa" pero no ahora. "En estos momentos, todas las explotaciones están realizando una gestión de purines y de abono adecuada. En los últimos años se ha hecho un importante esfuerzo para que las instalaciones estén dimensionadas al número de animales, se han acondicionados fosas y los purines se reparten por todo el "lloc" y si antes se nos acusaba de un uso irracional y desmesurado de abono, esto no pasa, aunque sea simplemente por una cuestión económica", afirma tajante Bosch, a quien secundan sus compañeros.

A mayor abundamiento, los responsables de AGRAME, FAGME y Unió de Pagesos remarcan la generalización del Contrato Agrario de Reserva de Biosfera como sintomático del grado de concienciación del campo menorquín. "Existen muchos "llocs" que han suscrito el CARB, que es una cosa positiva y eso supone una carga ganadera baja y cumplir una serie de requisitos de gestión sostenible y respetuosa como el entorno", subraya De Olives.

Tanto él como sus compañeros comparten, asimismo, su convicción de que esta culpabilización obedece a una suerte de comodidad. "Nosotros somos menos, si tuviesen que realizar controles y tomar medidas en huertos, urbanizaciones, depuradoras, se encontrarían con un problema bastante grande, y yo no digo que todo sea un foco de contaminación, pero también habrá", argumenta Martí.

La queja de las organizaciones agrarias choca, sin embargo, con una realidad que no hace sino ahondar en esta culpa. El ejemplo, la charla que ofrecerá esta tarde en Sant Lluís Pedro Sàez, técnico de la dirección general de Recursos Hídricos, para informar sobre la correcta utilización del abono y de la gestión de purines que evite la contaminación.