Traslado. Mónica Juanatey, a su salida de los calabozos de la Comisaría de Maó - IB3

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Cuando dos hermanos de Sant Lluís descubrieron un martes por la tarde, hace hoy exactamente dos semanas, una maleta escondida entre la maleza de una zona boscosa de Binidalí, poco o nada podía imaginar que en su interior se encontraba uno de los episodios más macabros de la historia negra de la Isla.

Su curiosidad les llevó a acercarse al bulto y no tardaron mucho en darse cuenta de la presencia de huesos, restos de un cadáver, del cadáver de César, un niño que debería tener en estos momentos once años y que después de 28 meses después de ser asesinado por su madre, después de 28 meses en los que nadie se extrañó por su ausencia, pasó a ser portada y noticia principal en prácticamente todos los medios de comunicación de España.

Una actuación policial vertiginosa, rápida como pocas y basada en los indicios guardados en la maleta encontrada en Binidalí, hizo que tres días después del hallazgo se detuviera a Mónica Juanatey Fernández como presunta responsable de la muerte de César, una presunción que se esfumaría casi de inmediato, cuando confesó que había ahogado en la bañera al niño, a su hijo que hizo pasar por sobrino durante su corta estancia en la Isla.

Ahora Mónica está en prisión a la espera de que se completen las diligencias judiciales y se celebre un juicio con jurado popular que deberá determinar, sobre todo, si sus facultades mentales estaban o no intactas cuando cometió el infanticidio.

El horror del suceso fue aumentando con el paso de las horas desde el descubrimiento de la maleta en Binidalí, lo que alimentó la atención de medios de comunicación nacionales, algunos de ellos ávidos de vísceras, y la perplejidad de los menorquines, sorprendidos por haber convivido con una persona capaz de acabar con la vida de su hijo, además de vivir durante 28 meses con esta carga con una aparente normalidad.

Mónica mintió para ocultar el homicidio, tanto en internet como a sus allegados, para que la desaparición de César no trascendiera. Aunque parezca increíble, lo consiguió. Ni su pareja actual, ni sus padres, ni el sistema educativo, se percataron de que el niño no existía.

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