ORFILA. La menorquina junto a su marido, al que conoció cinco meses después de llegar a Stuttgart - c.o

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Su primera experiencia en el extranjero fue en East Sussex, un condado del sureste de Inglaterra, donde Carmen Orfila Saura (Maó, 1975) trabajó como au-pair y tuvo la oportunidad de perfeccionar su inglés. Poco después, la menorquina volvió a instalarse en casa de una familia británica, esta vez, en el condado de Kent.

Tras aquellas cortas estancias en el Reino Unido, Orfila regresó a Menorca y durante seis años trabajó en el sector bisutero hasta que en el año 2002 decidió abandonar la Isla e instalarse en Stuttgart. Ocho años más tarde, la menorquina todavía reside en la ciudad germana, donde ha encontrado el amor y un trabajo como dependienta en una zapatería española.

Con 20 años decidió marcharse a Inglaterra para aprender inglés, ¿fue una experiencia positiva?
Sí. Mi intención era aprender inglés y por eso opté por hacer de au-pair. Desde mi punto de vista es la mejor manera para aprender un idioma porque no tienes más remedio que hablar para poder comunicarte con la familia que te acoge. Estuve cinco meses con una familia que vivía en un pequeño pueblo llamado Ripe, en East Sussex. Repetí la experiencia en un pueblo situado al lado de Tonbridge, en Kent. Era muy bonito y muy verde aunque era demasiado tranquilo. ¡Siempre que podía me iba a la ciudad!

Después volvió a Menorca...
Sí. Trabajé durante seis años en las empresas de bisutería Chapado Oro y Vidal & Vidal pero me aburría bastante mi trabajo y, después de pensármelo durante un tiempo, decidí irme a Stuttgart.

¿Por qué Stuttgart?
Mi hermana vivía allí y yo tenía ganas de cambiar de aires. Dejé el trabajo y la casa y me planté en Stuttgart el 5 de mayo de 2002. ¡Es una fecha que nunca se me olvidará! Yo ya había estado en la ciudad visitando a mi hermana pero una cosa es irte de vacaciones y otra es hacerlo con un billete sólo de ida, sin saber cuándo vas a regresar ni qué te espera allí.

El hecho de que su hermana residiera allí le debió facilitar mucho las cosas...
¡Claro! Si mi hermana no hubiera vivido en Stuttgart quizá no me habría marchado nunca de Menorca. ¡Yo soy de las que no se tiran a la piscina sin mirar antes si hay agua! En un principio me instalé en su casa y, aunque me pasé los dos primeros días llorando, el hecho de que todo fuera nuevo me daba mucha vida y ganas de aprender.

¿Sabía alemán?
No sabía ni una palabra. Mi hermana me consiguió trabajo en un "biergarten" (bar-terraza) de la calle principal donde ella había trabajado unos años antes. Me encargaba de poner las bebidas y también ayudaba a servir cuando había mucho trabajo. Fue muy importante para mí llegar y empezar a trabajar porque así aprendí más rápido el idioma. La mayoría de mis compañeros eran extranjeros y no hablaban inglés por lo que tuve que aprender rápido el alemán para poder comunicarme con ellos. ¡La verdad es que tengo muchas anécdotas!

¡¿Anécdotas?!
Sí. Muchas veces cambiaba una letra en una palabra y le cambiaba el significado. Recuerdo un día que estaba en una tienda y la dependienta me avisó de que estaban a punto de cerrar. Yo pensé que me estaba preguntando si necesitaba ayuda y le dije: "no, gracias". Afortunadamente les hizo gracia y yo me puse roja como un tomate al darme cuenta de mi equivocación.

Supongo que también notó un cambio importante en relación al clima...
Sí. El tiempo te influye en el carácter y no puedes evitarlo. El hecho de que en Stuttgart haga frío, mucho frío en invierno lo llevo mejor que cuando en verano hace mal tiempo. El verano pasado, por ejemplo, fue horrible. Apenas salió el sol y eso sí que me cuesta. Por eso disfruté como una loca las tres semanas que estuve de vacaciones en Menorca. Cada día salió el sol y lo valoré como nunca incluso sabiendo que para mí eso era antes lo normal.

Tras dejar el bar estuvo trabajando en un periódico, ¿no es así?
Sí. Trabajé en el Stuttgarter Zeitung y me encargaba, junto con otros compañeros, de encartar la propaganda en cada diario. No obstante, sólo estuve allí durante tres meses porque el horario era horrible. Trabajaba de noche, de 22.30 a 3.30 horas, por lo que me pasaba el día durmiendo y la noche trabajando. ¡Iba al revés de todo el mundo! Lo dejé y me contrataron en una fábrica.

¿Qué tipo de fábrica?
Se llama Beck y se encarga de fabricar los interruptores para el aire acondicionado. Me encargaba de esmaltarlos y de embalarlos. El problema era que la fábrica estaba muy lejos de casa y tardaba una hora para ir y otra hora para volver. Trabajé allí durante dos años pero después decidí buscar otra cosa. No obstante, antes disfruté de casi dos meses de merecidas vacaciones. Estuve un mes en Menorca y tres semanas de viaje por España. Regresé a Stuttgart como nueva y con energía renovada. Fue entonces cuando encontré trabajo en una zapatería española.

¡¿Qué casualidad?!
Sí. La tienda se llama Rossamora y la propietaria es madrileña. Es un establecimiento pequeño que está en el centro de la ciudad. Ya llevo cuatro años trabajando aquí y me encuentro muy a gusto, hay un ambiente de trabajo muy bueno. Vendemos zapatos españoles de marcas como Pedro Miralles, Unisa, Baltarini y también Pretty Ballerinas.

¿Tienen éxito los zapatos menorquines en Alemania?
Sí. La verdad es que son muy conocidas. Nosotros sólo las tenemos en verano ya que el invierno es demasiado frío para llevar bailarinas. Las Pretty Ballerinas gustan mucho porque tienen un diseño diferente y original y las hay en todos los colores y estampados. También he visto en Stuttgart otras tiendas que venden zapatos de Jaime y Úrsula Mascaró.

Cinco meses después de llegar a Stuttgart conoció al que hoy es su marido...
Sí. Nos conocimos en una fiesta de estudiantes para celebrar la noche de Halloween. Él nació en Stuttgart y es ingeniero de telecomunicaciones. Trabaja en una empresa que se encarga del barnizado de los coches y, por tanto, cada vez que se construye una nueva fábrica, se encargan de instalar el programa informático a través del cual se consigue que los coches sean de color rojo, negro, blanco, verde, etcétera. Esto implica que tiene que viajar mucho, lo que me da a mi la oportunidad de acompañarlo de vez en cuando y poder visitar lugares maravillosos como China, India, México o EEUU.

¿Se casaron en la Isla?
Sí. Nos casamos el verano pasado y hay que decir que a mi marido le encanta Menorca. La verdad es que a él ya le encantaba España antes de conocerme. Cada verano pasamos las vacaciones en la Isla y si hubiera tantas ofertas como las que hay para ir a Mallorca, seguro que me escaparía en muchas más ocasiones. El problema es que desde Stuttgart sólo hay vuelos directos a Menorca en verano y los precios dejan mucho que desear. ¡Es una Isla de lujo!

¿En qué barrio de la ciudad viven?
Vivimos en Stuttgart West, bastante cerca del centro. Ya hace siete años que vivo en esta zona y me encuentro muy a gusto. Es un lugar tranquilo donde tienes todo lo que necesitas y, además, con el tranvía tardo menos de diez minutos en llegar al centro, donde trabajo. También puedo ir caminando, sólo son 25 minutos.

¿Qué es lo que más le gusta de Stuttgart?
Me gusta lo verde que es todo, incluso en el centro de la ciudad hay un parque enorme y muy tranquilo. También disfruto cuando en otoño, antes de caer, las hojas de los árboles se ponen de un color naranja muy bonito. Por otro lado, la cuestión burocrática funciona mucho más rápido que en España aunque cuando tengo que ir al consulado español en Stuttgart parece que estoy de nuevo allí. ¡Horrible! Lo que menos me gusta de Stuttgart son los días grises de lluvia donde no ves ni un rayo de sol. Los alemanes también tienen muy poca paciencia a la hora de hacer colas en lugares como supermercados o correos, cuando las cosas no van tan rápido a lo que están acostumbrados o cuando el metro se retrasa un minuto.

Después de ocho años en Alemania ¿qué ha aprendido?
He aprendido a valorar cosas que para mí antes eran evidentes y ahora ya no lo son como el sol, el buen tiempo, el mar y el verano. Además, me he dado cuenta de la suerte que he tenido de haber nacido en Menorca, que es un lugar precioso.

¿Qué es lo que más echas de menos de la Isla?
Aparte de a mi familia y amigos, echo de menos el mar, la playa y el sol. ¡También el pulpo a la gallega y los berberechos!

¿Te gustaría volver a instalarte en Menorca algún día?
Es una posibilidad. Depende también del trabajo y, de momento, estamos bien aquí. Posiblemente cuando seamos mayores tendremos ganas de disfrutar de la tranquilidad de Menorca, ya se verá...


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