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Me llamo Kaori Ishihara y tengo 36 años. Nací en Osaka, Japón, pero vivo en Menorca desde hace 14 años. Actualmente, resido en Sant Climent con mi hijo. En verano, tengo un puesto con diferentes artículos en el puerto de Maó. Durante el invierno, realizo terapia de cuencos tibetanos y talleres de papiroflexia y caligrafía japonesa. Una de mis grandes aficiones es la pintura.

¿Qué motivos le trajeron a Menorca?
Llegué directamente desde Japón hace 14 años por una relación personal. Fue un cambio bastante grande. Aquí tuve a mi hijo y mi llegada estuvo marcada por la maternidad. Ahora, puedo decir que estoy muy a gusto en la Isla y me siento aceptada. Tiene una energía especial y cuento con buenas amistades, a quienes estoy muy agradecida.

Después de tantos años en Menorca, ¿mantiene todavía sus costumbres japonesas?
La verdad es que, en mi caso, se ha producido una mezcla. Por ejemplo, a nivel gastronómico, para comer y cenar preparo comida japonesa ya que mi cuerpo está acostumbrado a comer mucho arroz. Sin embargo, mi desayuno favorito es una buena rebanada de pan de horno de leña del pueblo, con aceite de oliva y sal.

Cuando vine a España, me llamó mucho la atención el carácter abierto que había, la cultura de expresar lo que se siente. En Japón es todo lo contrario, la persona guarda demasiado su interior, tanto es así, que llega a crear problemas. Veo que son dos extremos, allí demasiado introvertidos y, aquí, falta el silencio. Yo soy persona de un intermedio.

¿Cuándo se interesó por el mundo de los cuencos tibetanos?
Estuve viajando por Nepal y fue cuando los cuencos entraron en mi vida. Me quedé tan impresionada por su efecto que quise adentrarme más en este método. Estuve investigando sobre mi propio cuerpo durante un año porque es muy importante que surja una conexión entre la persona y el objeto con el que se realiza la terapia. Allí mismo, en Nepal, me enseñaron cómo debe hacerse de forma correcta.

¿En qué consiste la terapia de los cuencos exactamente?
Los cuencos tibetanos funcionan gracias a sus vibraciones. La terapia se recomienda a personas que tengan dolores en alguna zona del cuerpo y también a nivel emocional. Son sesiones de una hora en las que la persona se tumba. Según su problema, coloco los cuencos encima o alrededor creando unas vibraciones que son muy beneficiosas. Ayuda a calmar el estrés acumulado o un posible estancamiento psíquico. Está indicado tanto para niños como para adultos.

¿Algún proyecto de futuro en mente?
No puedo planear el futuro. Me gusta ir por la vida paso a paso y vivir bien cada momento. Quisiera disfrutar de mi pintura y la terapia de los cuencos. Para mí, es una filosofía de vida.