PRISIÓN. El centro penitenciario abrirá sus puertas en los próximos meses, con la incógnita de cómo llenará todas sus camas - Archivo

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"No hay, en principio, idea de mandar a Menorca a nadie que no tenga vinculación previa allí". Con estas palabras, el director del centro penitenciario de Palma, Manuel Avilés, asegura que la cárcel de Menorca no va a servir para descongestionar el centro mallorquín acogiendo a internos sin relación con Menorca.

Actualmente, la prisión de Palma acoge a 65 personas que tienen alguna relación con Menorca, bien porque sean naturales de la Isla o porque han sido derivados a la instalación mallorquina desde los juzgados menorquines. "En principio, todos los presos menorquines serán trasladados a Menorca. De todas formas, estudiaremos caso por caso que es lo que procede para cualquier traslado, y es la Secretaría General la competente para ordenarlo", defiende Avilés.

Si bien algunas voces aseguran que la prisión de Palma está congestionada, y temieron que la construcción del nuevo centro en Menorca sirviera para traspasar presos de una isla a otra, el director de la prisión mallorquina asegura que "no estamos hacinados ni mucho menos. Tenemos 1.200 habitaciones y 1.520 internos, con unos espacios comunes grandísimos. No necesitamos ningún alivio".

Los presos menorquines representan el cuatro por ciento del total de reclusos en Palma. Su perfil es, explica el director del centro penitenciario, muy similar al del resto del país "y casi de Europa o del mundo, puesto que un porcentaje importantísimo de todos los delitos que se cometen tiene a la droga en algún punto de su trayectoria".

Con el traslado a Menorca de todos o la gran mayoría de los presos vinculados con la Isla, se acabará uno de los problemas de los familiares de los internos, la obligación de trasladarse a Palma para visitar a sus parientes a no ser que el preso disponga de permiso y él mismo pueda desplazarse a la Isla. En estos casos, es el propio interno quien debe costearse el billete, "aunque si carece de medios vemos la posibilidad de algún tipo de ayuda social", explica el director del centro penitenciario.

Para costearse los billetes, a parte del dinero del que puedan disponer los presos antes de ingresar en la cárcel, no se cuenta con ninguna paga del Estado. Según Avilés, "el interno tiene derecho a que la administración vele por su vida, su salud y su seguridad, proporcionando comida, medicinas o útiles de aseo". Además, la familia le puede ingresar dinero en lo que se llama cuenta de peculio, de la que cada preso puede disponer de 80 euros a la semana.

En algunos casos, incluso se puede acceder a puestos de trabajo remunerados en el centro, en sitios como la cocina, la panadería o en tareas de mantenimiento. En estos casos, la nómina se ingresa en la cuenta de peculio, aunque tampoco estos presos pueden disponer de más de 80 euros a la semana.

Régimen de visitas

En la situación actual, los presos pueden recibir dos visitas por semana durante los sábados o domingos. Estas visitas se realizan a través de locutorios, es decir, espacios en los que interno y visitante están separados por un cristal. Además, cada veinte días se puede disponer de una visita 'vis a vis' con un familiar en una sala sin barreras entre familiar e interno.

De todos modos, desde la dirección del centro penitenciario se pueden conceder visitas extraordinarias (ya sea en los locutorios o en los espacios sin barreras) como premio para buena conducta o por cualquier actividad que se considere positiva. Eso sí, cualquier visita debe pasar unos filtros de seguridad en los que, por ejemplo, no se permite la entrada de móviles. Si se incumple la norma, se suspende la visita.