Una abeja en turismo, el aparthotel Hotasa sea club de Cala en Forcat, propiedad de la família Ruiz-Mateos, es otra víctima en la Isla del preconcurso de acreedores. - Gemma Andreu

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El día después del anuncio del preconcurso de acreedores de Nueva Rumasa fue vivido con expectación en el entorno de Quesería Menorquina. Todas las fuentes consultadas apuntan en la misma dirección, la incertidumbre creada por la nueva situación no oscurece la fe en la viabilidad de la planta, la continuidad de la empresa es posible, pero exige la salida de Nueva Rumasa de la gestión y la inmediata puesta en marcha de las máquinas. "La fábrica no puede continuar parada, unos días más así y se perderán los clientes y entonces el futuro sí que estará cuestionado", señalaba un portavoz de los trabajadores. Plantilla e instituciones coinciden en esta valoración, el primer objetivo es recuperar el ritmo de producción, para ello es preciso contar con materia prima y eso requiere pagar las deudas a los proveedores, que han cortado el suministro.

La producción alcanzó el año pasado las 10.300 toneladas, que se colocaron en el mercado a través de Kraft, de marcas blancas de primeras firmas de alimentación y de las grandes superficies. Esa capacidad para producir y la capacidad de distribución constituyen ahora mismo el principal aval para la viabilidad de la fábrica, que Kraft dejó bien dotada en maquinaria y tecnología según aseguró en la operación de traspaso a Nueva Rumasa.

Se agota el tiempo. La familia Ruiz Mateos no puede demorar más de una semana la respuesta a la actual situación de parálisis que vive la fábrica de Maó. Además, la medida concursal elegida obliga a presentar ante el juzgado un plan de viabilidad para lo que los titulares han llamado "nueva etapa de reestructuración". Ese plazo de cuatro meses que la propia ley prevé ha de ser forzosamente breve en el caso de Quesería Menorquina, donde cada día que transcurre sin trabajo supone acumulación de pérdidas y un riesgo cada vez más próximo de fuga de la todavía sólida cartera de clientes. Los acontecimientos se han precipitado y a la empresa se le agota el tiempo.

La responsabilidad política. La consellera balear de Trabajo, Joana Barceló, reconoció ayer que el Govern está haciendo un seguimiento de la situación económica de Nueva Rumasa desde "la máxima preocupación" y agregó que "obligatoriamente debe presionarse a la empresa" de Ruiz Mateos para que reactive el funcionamiento de la planta de Maó. La portavoz del Ejecutivo balear apunta al problema principal, la fábrica está parada por las dificultades de financiación y en esas condiciones se hace más difícil cualquier acción de salida alternativa. Por ello, apela a la recuperación de la actividad de forma inmediata y en esas condiciones "creo en la viabilidad de la empresa, hay potencial". Es posible que el Govern se plantee otras estrategias no reconocidas y una mayor implicación a la espera de que Nueva Rumasa dé el paso esperado y deje la gestión de la fábrica.

Expectativas. A la espera de esa decisión se hallan trabajadores, clientes, proveedores e incluso el Banco Santander, la entidad con la que Nueva Rumasa firmó una hipoteca de 15 millones de euros por el solar del antiguo "El Caserío".