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Tras una estancia de nueve meses en Los Ángeles, donde desarrolló su proyecto de final de carrera, Javier Pérez Trufero (Es Castell, 1986) se instaló el pasado mes de septiembre en Lausanne. El joven menorquín, que estudió Ingeniería Superior de Telecomunicaciones en la Universidad Politécnica de Cataluña, cambió la cálida California por la fría Suiza para participar en un proyecto de investigación desarrollado por el departamento de procesado digital de la señal de la École Polytechnique Fédérale de Lausanne.

Se trasladó a Mallorca junto a su familia cuando tenía 16 años, ¿le resultó duro abandonar la Isla?
Sí, fue el cambio de domicilio más duro de todos lo que han venido después porque no fue voluntario por mi parte y significaba abandonar por primera vez Menorca y todo lo que tengo allí. Nos mudamos a Palma por motivos laborales de mis padres. De todas maneras guardo un buen recuerdo de esos dos años en Mallorca y mirando con un poco de perspectiva creo que incluso me vinieron muy bien. Una vez acabado el bachillerato me fui a Barcelona a estudiar.

Y optó por las Telecomunicaciones....
Sí. Desde pequeño estuve interesado por la tecnología y me gustaban las matemáticas y la física. Supongo que esto me llevó de una manera u otra a decantarme por una ingeniería. Telecomunicaciones me pareció una carrera abierta y con mucha proyección de futuro, ya que la manera de comunicarnos tanto entre nosotros como con nuestro entorno está cambiando muy rápidamente con el desarrollo de las nuevas tecnologías. El apoyo y la confianza que siempre he recibido de mis padres también ha sido muy importante en todo lo que se refiere a mis estudios.

El proyecto de final de carrera le arrastró hasta Los Ángeles, ¿Fue un destino impuesto o pudo escoger la universidad en la que desarrollar su trabajo?
Tuve que facilitar una lista con diversas universidades de destino que me interesasen y la University of Southern California (USC) en Los Ángeles era mi primera opción. Me decanté por esta ciudad por diversos motivos, entre ellos, el prestigio de la universidad y del tutor del proyecto. Por supuesto que la posibilidad de vivir en Estados Unidos y más concretamente en una ciudad apasionante como Los Ángeles, que tenemos siempre presente gracias al cine y la televisión, tuvo un peso muy importante en mi decisión.

Aterrizó en EEUU en septiembre de 2009, ¿cuál fue su primera impresión al llegar a Los Ángeles?
Los Ángeles te sorprende ya desde el avión, ver la extensión de la ciudad cuando estás aterrizando es impresionante. Se puede decir que llegué a Los Ángeles por la puerta grande, ya que un amigo que por aquel entonces vivía allí me vino a buscar al aeropuerto en un coche descapotable y a los pocos minutos de aterrizar ya estaba circulando por las inmensas autopistas de la ciudad.

¿Los inicios resultaron duros?
Estaba algo fuera de lugar pero con muchas ganas de aventura y de experiencias nuevas. Al principio encontraba la ciudad algo incómoda porque no tenía vehículo y el transporte público es bastante ineficiente. Tenía dificultades para ir a los sitios ya que allí nada te queda a una distancia razonable para ir caminando. Tuve la suerte de ir conociendo gente rápidamente y nunca me faltó alguien dispuesto a ayudarme. Al principio te ves perdido en medio de la inmensidad y te puedes sentir un poco solo, pero eso te pasa en todas partes. También tuve que acostumbrarme al acento inglés norteamericano que al principio me parecía complicado, pero por lo demás la experiencia fue muy buena en todos los sentidos y no tuve muchos problemas de adaptación.

¿En qué zona de la ciudad se instaló?
Vivía al lado de la universidad, en el norte del distrito de South Los Ángeles y no muy lejos de Downtown LA, que vendría a ser el área de negocios de la ciudad. Vivía en una casa con dos compañeros chinos y un americano.

¿El modus vivendi californiano es similar al que se transmite en el cine y la televisión?
La verdad es que muchas de las cosas que se ven en las películas, aunque llevadas al extremo, son parte de la vida real, como las mansiones y el lujo de Beverly Hills, las fiestas universitarias, la escena de Hollywood, las persecuciones policiales, etcétera. Además, debido al buen clima, en Los Ángeles se realizan muchos deportes y actividades lúdicas al aire libre sobre todo en las playas de Santa Mónica y Venice Beach, lo cual es muy agradable. No obstante, hay que decir que es una ciudad muy impersonal en la que no se acostumbra caminar demasiado.

¿Qué me dice del ambiente universitario?
El ambiente que se respira en la universidad es muy especial. La universidad americana no es solo un centro educativo sino que influye en todas las facetas de la vida de sus estudiantes y trabajadores y es algo con lo que se identificarán durante toda su vida.

En la University of Southern California se adentró en el mundo de la investigación, ¿fue una experiencia enriquecedora?
Mucho. Estuve colaborando con el Signal and Image Processing Institute (Instituto de Procesado de Señal e Imagen) y, más concretamente, mi trabajo se centró en el ámbito de la compresión de señales en redes inalámbricas de sensores.

Un campo complejo para los no entendidos en la materia...
Imaginen que sobrevolamos alguna zona de Menorca en una avioneta y vamos lanzando centenares de pequeños sensores para monitorizar alguna variable ambiental de la Isla como la temperatura, la humedad o la presión. Estos sensores, que están muy limitados energéticamente ya que se alimentan con pequeñas baterías, pueden comunicarse unos con otros inalámbricamente. Nuestro objetivo en este caso sería, vía transmisiones entre los sensores, recibir todos los datos disponibles en la red en uno o diversos puntos de la Isla. Dado que los datos entre sensores próximos se parecerán mucho (la temperatura por ejemplo no va a variar muchos grados entre sensores separados algunos metros), podemos diseñar algún método para comprimir su información y reducir así la cantidad de energía que se consumirá en transmitir dichos datos y por lo tanto aumentar el tiempo de vida de la red.

Vivió en Los Ángeles durante nueve meses, ¿qué le aportó esta primera estancia en el extranjero?
Vivir en Los Ángeles fue una gran experiencia desde un punto de vista tanto personal como profesional, ya que aprendí mucho en los dos sentidos. Vivir en el extranjero hace que te abras, conozcas gente muy diferente y adquieras una perspectiva distinta y más variada de muchas cosas. Además tuve la oportunidad de viajar por EEUU, visité varias veces San Francisco y Las Vegas, que estaban a una distancia razonable en coche. También estuve en Nueva York, que me fascinó aunque, la zona que más me llamó la atención fue el Big Sur, una región de la costa central de California donde hay unos acantilados espectaculares.

Tras la experiencia en California consiguió un contrato de prácticas para continuar con su investigación...
Sí. Todo surgió a raíz de mi proyecto en Estados Unidos. Yo ya conocía la École Polytechnique Fédérale de Lausanne (EPFL) de mis años en la Universidad Politécnica de Cataluña, dado que es una escuela con bastante renombre en Europa. Le comenté al tutor de mi proyecto que al volver a Europa estaba interesado en trabajar o estudiar en este centro y él me recomendó a un investigador de la EPFL, que me ofreció la posibilidad de colaborar en un proyecto de su laboratorio que está bastante relacionado con el trabajo que realicé en Los Ángeles.

Así que cambio la cálida California por la fría Suiza...
Sí. A finales de septiembre de 2010 me instalé en Lausanne, una ciudad que se encuentra a orillas del lago Lemán (también llamado lago de Ginebra). Precisamente hace varias semanas, cuando en Lausanne hacía un frío insoportable, me acordé de la calurosa California. De todos modos, hay que ver el lado positivo, este año puedo aprovechar para aprender a esquiar y disfrutar de las montañas.

Lausanne está situada en la Suiza francesa ¿Ha tenido problemas con el idioma?
Llegué a Lausanne sin hablar francés y tengo que reconocer que todavía hoy me cuesta bastante. Sin embargo, es cierto que hablar catalán facilita mucho el aprendizaje del idioma y espero poder hablarlo más cómodamente en un tiempo. Además, tengo la ventaja de vivir con un chico francés. Compartimos piso y vivimos cerca del centro de la ciudad.

A nivel laboral, ¿qué ha supuesto esta oportunidad?
Es estupendo. Estoy trabajando en un proyecto de investigación con el grupo de procesado digital de la señal de la École Polytechnique Fédérale de Lausanne y, además, sigo en contacto con mis compañeros de Los Ángeles, con los que he redactado algunos artículos para conferencias relacionados con mi proyecto de final de carrera.

¿Durante cuánto tiempo tiene previsto quedarse en Suiza?
Es una pregunta complicada y ni yo sé la respuesta. Seguramente vaya a extender el contrato de prácticas en la universidad por unos cuantos meses más y, durante este tiempo, veré si surge alguna otra posibilidad laboral aquí. Suiza es un buen país para un ingeniero, ya que hay trabajo y está muy bien valorado.

El futuro laboral se presenta por tanto más esperanzador que en España...
Ahora mismo la situación en España no está como para echar cohetes pero no es imposible encontrar trabajo en mi campo. Existen empresas tecnológicas y España es un país acostumbrado a tirar hacia adelante, así que supongo y espero que la situación mejore en unos años. De todas maneras, es una pena que en España no se esté potenciando más la investigación.

¿En qué ámbito de las Telecomunicaciones le gustaría especializarse?
Estoy interesado en las redes de comunicaciones inalámbricas de largo alcance, ya sea vía radioenlaces (como la red de telefonía móvil) o satelitales. Actualmente siento la curiosidad, de cara a mi próximo trabajo, de conocer la ingeniería desde el punto de vista de la empresa pero tampoco quiero descartar la posibilidad de volver a la investigación y a la universidad en unos años.

¿Visita Menorca regularmente?
Siempre que puedo. Las visitas durante Navidad y verano son obligatorias. Venir a Menorca me tranquiliza y me viene muy bien para desconectar de todo. Además, no me imagino un mes de agosto sin mi dosis de playa, jaleo y alguna que otra pomada.

¿Qué es lo que más echa de menos de la Isla?
Aunque suene a tópico, siempre se echa en falta a la familia y a los amigos. Me siento muy afortunado por tener los amigos que tengo en la Isla, que son mayoritariamente los mismos de toda la vida, y son un motivo por el cual siempre tengo ganas de volver. También me gustaría tener más cerca y ver más a menudo a mis abuelos, que residen en Menorca.

¿Le gustaría instalarse en la Isla de nuevo?
Ahora mismo no es algo que me esté planteando pero a largo plazo nunca se sabe. Tengo sed de seguir aprendiendo, conociendo diferentes lugares y ver que puertas se me abren por el camino. Por otro lado, la calidad de vida que ofrece Menorca no es algo que se pueda olvidar y, a la larga, lo tengo presente. De todas maneras, vaya donde vaya Menorca siempre será mi casa y no se librarán de mí por la Isla muy fácilmente.

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