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Autoficha
Me llamo Davel Puente Hoces y tengo 29 años. Nací en Madrid y, aunque aún no tengo fecha de llegada, en breve estaré en Menorca para colaborar en un proyecto en Líthica con Creatius Heura. Soy malabarista y he estado actuando en países como Japón o el Líbano. Cuando tengo tiempo libre me gusta escribir, el cine y tocar el eukelele.

Va a venir a la Isla, sin billete de vuelta, para ofrecer su espectáculo. ¿Había tenido ya contacto con Menorca?
No conocía nada de la Isla hasta que conocí a Oleguer, un buen amigo que estudió conmigo en la Escuela de Circo de Madrid. Él me invitó un verano a Menorca y cuando llegué fue como un flechazo con el lugar y la gente. Mi estancia fue muy familiar, no resultó ser un sitio nuevo sino que conecté muy bien y conocía mucha gente. En Menorca es como si tuvieras tiempo y espacio para hacer las cosas, algo que me falta en Madrid.

¿Qué es lo que viene a hacer exactamente a la Isla?
Voy a ayudar a organizar unas jornadas en Líthica, que serán el primer fin de semana de septiembre, con Creatius Heura. Queremos que haya actuaciones y talleres, entre otras actividades. Además, voy a ver si salen espectáculos. Yo tengo uno de 45 minutos y quiero probar suerte.

¿Cuándo se dio cuenta de que el circo era lo suyo?
Mientras estaba estudiando la carrera de Comunicación Audiovisual, solía hacer actuaciones en la calle para conseguir un extra. No me lo había planteado como una profesión hasta que vi el tipo de trabajos que me ofrecían cuando acabé mis estudios. Me apunté a la escuela de circo y ya lo tuve claro. Lo mejor es que disfruto tanto que casi no lo considero un trabajo. Me permite viajar, crear y ser mi propio jefe. El inconveniente es que es muy inestable porque no sé cuándo ni cuánto trabajo voy a tener. Eso te impide relajarte y debes estar siempre dispuesto.

Dice que ha actuado en Japón y en el Líbano, ¿cómo fueron esas experiencias?
Muy positivas. En Japón estuve trabajando durante un año en un parque temático dedicado a España. Era muy curioso porque la mascota es Don Quijote. Al principio me extrañaba que los japoneses no me aplaudieran pero es que allí no está muy bien visto lo de mostrar las emociones. Esa empresa contrata a tres malabaristas españoles cada año y hay muchos que se han casado con japonesas. Por otro lado, en el Líbano estuve con Payasos Sin Fronteras en un campo de refugiados palestinos durante tres semanas. Era muy chocante actuar rodeados de ametralladoras.

¿Qué proyectos tiene en mente?
A parte de ir a Menorca, que me hace mucha ilusión, tengo un proyecto casi acabado que se llama "Paseando a Buster". Sé que en la Isla no hay mucha cultura de teatro en la calle así que sería una buena oportunidad de llevarlo a cabo.