Fornells. Los vecinos del núcleo costero comentaban ayer un suceso impactante por el modo de actuar de los asaltantes - Cris

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Asentimiento con la cabeza, balbuceo antes de contestar, empatía hacia el matrimonio y rápida expresión de inseguridad e intranquilidad. Así actuaban ayer camareros, dependientas, propietarios de restaurantes y vecinos de Fornells al preguntarles sobre el asalto a punta de pistola por parte dos encapuchados al domicilio del arquitecto Bartolomé Martí y su esposa, en la urbanización de Ses Salines durante la madrugada del martes.

El pueblo forneller no daba crédito a lo que había sucedido. Era la comidilla del día. En la panadería, en el bar, en plena calle. Todos comentaban lo sucedido. Y a pesar de que el miedo y el temor no era un sentimiento generalizado todos los vecinos consultados aseguraban haber perdido la sensación de tranquilidad y la seguridad que hasta el momento reinaba en la zona. "No sé qué vamos a vender de Menorca si lo único que nos quedaba era ofertar la tranquilidad de la Isla", sentenciaba una dependienta, quien añadía que "tengo una niña, y ¿si cuando vaya a buscar el pan le sacan un arma para que les dé lo que lleva en la cartera? Esto es lo que más miedo me da".

Y es que no es la primera actuación violenta de este calibre que sucede en la Isla. Muchos de los ciudadanos relacionaban el asalto con uso de armas con el suceso ocurrido en la finca de Calafi Vell, propiedad del propietario de Truvi, en verano de 2009.

El vecindario repetía por activa y por pasiva que hurtos y robos en Fornells hay con bastante frecuencia, "teniendo en cuenta que muchas viviendas sólo están habitadas en verano al pertenecer a catalanes y, por tanto, son una presa demasiado golosa para ladrones", manifestaba un ciudadano. Pero esta afirmación iba acompañada de otra referida a lo impactante del asalto, producido con el uso de armas. "Hemos llegado a un punto en que no podemos estar tranquilos ni en la propia casa". Este vecino anunciaba que iba a revisar el estado de su seguro por robo puesto que "a día de hoy no podemos fiarnos ni de los vecinos".

Cuatro señoras mayores que tomaban café en la terraza de un bar comentaban el suceso que acababan de conocer tras leer el 'Menorca'. "Es demasiado desastroso que ocurran estos hechos en un pueblo tan pequeño", indicaba una de ellas. Coincidían en aplaudir la actuación del propietario de la vivienda quien se enfrentó a los dos encapuchados. A pesar de ello, no estaban atemorizadas por lo sucedido. Es más, una de ellas explicaba que residía en un primer piso y nunca cerraba con llave la puerta de la calle "ni la cerraré a pesar de este hecho", aseveraba.

Por otra parte, una pareja natural de Fornells aunque residente en Cataluña indicaba que "ya no podemos ser tan confiados, en Barcelona estamos muy acostumbrados a sucesos de este tipo pero en la Isla, ni te planteas que pueda ocurrir algo parecido, la verdad es que estamos muy sorprendidos e impactados", señalaban.

Un camarero de un restaurante que esperaba la llegada de comensales no entendía cómo podía haber ocurrido un asalto tan violento en esta época. "En verano Fornells vive una importante afluencia de visitantes y de su apariencia no nos podemos fiar pero ahora, que el verano aún no ha recalado en la Isla, es extraño que ocurran estos sucesos", manifestaba.

Otro joven camarero fue escueto pero muy claro. Para él, este tipo de actuaciones "no me producen inseguridad pero lo cierto es que rompen el encanto de la Isla que se conoce expresamente por la seguridad y la tranquilidad".

La gente también comentaba los motivos por los que los dos asaltantes actuaron con violencia e intimidación. Y el consenso no fue la nota dominante de la jornada. Un camarero de bar afirmaba con toda seguridad que la crisis obliga a la gente a actuar sin miramientos ni escrúpulos. Por otro lado, una dependienta indicaba que la posesión de una pistola indica que no ha sido una actuación de desesperación, el suceso estaba meditado y no procede de una persona que necesita comida para vivir. Añadía que "desde que ocurrió el robo de Truvi cierro las puertas, antes, si tenía que salir un momento, podía llegar a dejar la comida en el fuego y la puerta sin cerrar con llave".

Con lo que sí hubo pleno consenso es que el pueblo necesita más vigilancia policial para ahuyentar a los ladrones.