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Autoficha
Me llamo Lucy Walker y tengo 27 años. Nací en Inglaterra pero llegué a Menorca con nueve años. Vivo en Maó y trabajo como cuidadora canina en el Centro de Acogida de Animales del Consell. Me encanta montar a caballo, de hecho tengo uno que se llama Jakson y tiene quince años. También me gusta salir de paseo con los perros y, cuando dispongo de bastante tiempo, practicar agility con mi perra.

Llegó a Menorca junto a sus padres con nueve años. Una edad difícil para cambiarse de país...
Sí. Mis padres venían mucho a la Isla, hasta que decidieron instalarse aquí definitivamente. No tuve más remedio que venir con ellos. Al principio no me gustó nada porque no entendía ni una palabra y todo era nuevo. Con el paso del tiempo, éste es mi hogar y no cambiaría Menorca por nada.

Trabaja como cuidadora canina en el Centro de Acogida de Animales de Maó. ¿Cómo empezó a trabajar en esto?
Mi padre cogió un cachorro mestizo de pastor alemán hace cuatro años. Lo llevó a clases de obediencia a un centro de Alaior porque el perro era un poco especial, lo que pasa es que mi padre tuvo problemas en la rodilla y le tuve que sustituir yo. El responsable del centro vio como me manejaba con los animales y me ofreció cubrir un puesto por vacaciones. Aquello se convirtió en un puesto de trabajo. Actualmente estoy en la perrera. Es duro porque hay ocasiones en las que coges cariño a algún perro y ves que no tiene mucho futuro porque la gente no se fija en él, bien porque es mayor o porque no llama la atención. Luego resulta que es un animal estupendo.

Lo suyo con los caballos es curioso porque quiso montar desde que fue a Egipto con seis años y fue a las pirámides sobre un camello.
Sí. Desde entonces fui a clases pero no fue hasta los 16 que pude tener a Jakson y ahora formamos un gran equipo. Hace cinco años que salgo en las fiestas de Maó.

Hay quien dice que los caballos no son muy bien tratados en la Isla. ¿Qué opinión tiene usted de eso?
He visto de todo. Hay quien los cuida como uno más de la familia y hay quien los encierra todo el año hasta que llegan las fiestas y los sacan a trabajar. Se necesita más educación, hay que enseñar a escuchar al caballo. Yo sé que si mi caballo no quiere girar a un lado es porque le duele la boca, o que si no quiere saltar es porque quizá le duela la espalda. Hay que saber ver estas cosas y no ser bruto.

¿Algún proyecto que le haga ilusión?
Me encantaría disponer de un recinto para caballos, mulas, burros y yeguas maltratados. Hay muchos casos en Menorca y la Protectora d'Animals de Maó ya lo ha denunciado en numerosas ocasiones. Yo misma rescaté a una yegua hace un tiempo. Me costó seis meses poder tocarla de lo que le habían pegado. La sociedad debe empezar a concienciarse y a rechazar no sólo el maltrato a equinos, si no a todo tipo de animales.