Asentamiento. La estructura militar o fortín de 1700, a la izquierda, se construyó sobre una habitación prehistórica. A la derecha, estudiantes universitarios de arqueología - Toni Seguí

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Hoy finaliza la campaña de excavaciones arqueológicas en el asentamiento costero de Cap de Forma que desde el pasado día 5 ha realizado un equipo de la Universidad de Sassari, dirigido por la catedrática de Protohistoria Europea, Anna de Palmas. La campaña ha permitido completar todo el perímetro de una de las dos habitaciones del yacimiento prehistórico, que data en torno a 1.300 aC. y, por otra parte, constatar que la cavidad relacionada con un pozo se trata realmente de una cisterna.

El asentamiento costero de Cap de Forma presenta dos estructuras de hábitat, de forma rectangular, adosadas a un muro ciclópeo y orientadas de norte a sur, que fueron ocupadas por hombres y mujeres de la cultura talayótica que vivieron en la Isla hace 3.300 años. Las excavaciones realizadas en esta campaña han permitido constatar que la habitación oeste tenía unas dimensiones de 6 por 3,5 metros. Tanto esta habitación como la que está adosada a su lado este -que todavía no está completamente excavada- tienen su propia zona de combustión, ubicada cerca de la muralla. Las excavaciones han permitido recuperar restos de cerámica pertenecientes a las vasijas que los moradores utilizaban en la vida diaria, así como dos 'molons' o molinos de mano para moler los cereales. Además, han aparecido huesos de animales que formaron parte de su dieta alimenticia, entre ellos cabras, ovejas y cerdos.

Las excavaciones han aclarado que el supuesto pozo ubicado en la habitación este es, en realidad, una cisterna que ocupa una superficie de cuatro metros cuadrados y que posiblemente fue utilizada de forma compartida por los habitantes de ambas viviendas. En las proximidades de la cisterna, que aún no ha sido excavada, ha aparecido un vaso de cerámica de pequeñas dimensiones, lo que induce a pensar que fue utilizado en ceremonias rituales, además de otros dos ejemplares de tamaño normal.

La catedrática Anna de Palmas y la arqueóloga Giovanna Fundoni, que realiza el doctorado de esta disciplina científica, señalan que posiblemente la cala de Canutells era el puerto natural de este asentamiento costero, que se levanta en un cabo fortificado con una muralla caracterizada por su gran anchura. Hace más de 2.000 años este enclave era perfecto para controlar la rutas marítimas de la costa sur de la Isla, puesto que incluso se divisa la costa de Mallorca cuando la visibilidad es elevada.

La actual campaña también ha permitido realizar trabajos de investigación en el fortín o estructura militar situada al oeste de las dos habitaciones. La construcción data de alrededor de 1.700 de nuestra era, aunque se desconoce con exactitud si fue construido por los españoles y reutilizado por los británicos o construido directamente por éstos sobre una habitación similar a las dos anteriores de época talayótica. También está documentado con testimonios orales que el fortín fue utilizado durante la Guerra Civil de 1936-1939. Durante la campaña de noviembre de 2010, financiada por el Consell insular, se excavó este recinto y en su ángulo noreste se descubrió un hogar o fogón de reducidas dimensiones, en el que seguramente se utilizaban brasas en vez de fuego. También aparecieron restos de mortero en una de sus paredes, por lo que cabe suponer que el interior del edificio estaba enlucido, así como restos de vasijas de cerámicas, que están en fase de estudio, y de platos de estilo inglés que se fragmentaron con el derrumbe del tejado del edificio. Este año se ha averiguado que el pavimento del fortín estaba formado por tierra apisonada.

La habitación oeste de época talayótica, adosada al fortín, estaba cubierta por un estrato formado por grandes piedras y tierra, puesto que en torno el año 1.700 los militares rellenaron el desnivel existente en la zona. Las excavaciones han sacado a la luz cerámicas y tejas fragmentadas y botones de uniformes militares.

La excavaciones han sido realizadas por un equipo formado por ocho estudiantes de arqueología de la Universidad de Sassari y tres doctorandos, dos de la Facultad de Letras de la citada universidad italiana y una de la Universidad de Córdoba. La campaña ha sido financiada por la Fundación Banco di Sardegna.